Un interrogante puede ser una pregunta y para expresarla se utiliza un signo ortográfico ( ? ) al principio y al final de la pregunta en cuestión. En estos casos, lo que se pregunta se hace de manera directa, pero puede hacerse de manera indirecta y, en este circunstancia, no se emplea el interrogante ( me gustaría saber qué pasó ayer ).
Por otra parte, interrogante también actúa como sinónimo de duda. Veamos un ejemplo concreto: hay varios interrogantes que quiero aclarar.
En realidad, un interrogante es todo aquello que expresa incertidumbre, ya sea al preguntar o al dudar. Estamos seguros de muchas cosas, tanto en un sentido positivo como negativo. Sin embargo, hay una parte de nuestro conocimiento que no puede manifestar la certeza o la seguridad, por lo que tiene que recurrir al interrogante.
Puede darse la circunstancia de que alguien utilice un tono enérgico e intenso al hablar con otra persona, le presiona en algún sentido o pretende saber algo. En este contexto, se está empleando un tono interrogante. Se emplea en momentos de tensión, de discusión o para reprochar algo a otra persona.
El conocimiento tiene la aspiración de alcanzar la verdad. Y es indudable que la razón humana ha progresado en este sentido. Sin embargo, por mucho que avancemos es imposible responder a todas las preguntas, siempre aparecen nuevos interrogantes que se convierten en nuevos retos para resolver. De hecho, hay cuestiones que se presentan como grandes interrogantes, porque previsiblemente no tienen ni tendrán una solución definitiva: la muerte, de dónde venimos, adónde vamos y otras dudas existenciales. Estos interrogantes tienen un componente metafísico, ya que están más allá de nuestro entendimiento pero resultan inevitables, son como una tendencia innata en el ser humano.
Afortunadamente, la mayoría de los problemas que tenemos son solucionables, por lo que el interrogante que hay sobre ellos se puede despejar y encontrar una solución.
El efecto psicológico de un interrogante provoca dos reacciones posibles: unos pueden paralizarse ante ellos, no sabiendo cómo actuar y, por el contrario, otros los entienden como un estímulo, algo a lo que enfrentarse.