Un héroe es aquella persona que se comporta de manera valerosa y con determinación. Su actitud heroica puede estar motivada por un afán de gloria, por un deseo de justicia o por unas convicciones muy firmes.
Se considera que alguien es un héroe porque no manifiesta temor ante una situación adversa o peligrosa. Aparentemente no tiene miedo o es capaz de controlarlo. En cualquier caso, supera el temor y afronta el riesgo sabiendo que corre un peligro y el fracaso es bastante probable. En este sentido, para que un acto sea heroico debe incorporar algún elemento excepcional y normalmente el héroe es aquel con escasas posibilidades de éxito y, a pesar de ello, está dispuesto a superar las dificultades que se le presentan.
La idea de héroe está asociada a algunos personajes de la historia (grandes guerreros como El Cid Campeador o Aníbal y líderes como Simón Bolivar, Espartaco o Gandhi). Sin embargo, ha habido personas anónimas que se han convertido en héroes ( Rosa Parks era una humilde trabajadora negra en EEUU y al negarse a ceder su asiento en el autobús a un blanco se convirtió en una heroína entre los negros que se oponían a la segregación racial).
En el teatro clásico griego, el personaje del héroe tiene una característica singular: se enfrenta a una fuerza superior, el destino. A pesar de ello, asume su previsible derrota sin renunciar a la lucha.
Los héroes y las heroínas son prototipos humanos que sirven como referencia a la mayoría de la sociedad. De esta manera, actúan como modelos de comportamiento. A pesar del respeto y la admiración que provocan, no hay que olvidar que muchos de ellos tuvieron un final trágico: Martin Luther King o Gandhi.
La idea de héroe es en algunas ocasiones bastante discutible. Los pilotos kamikazes japoneses eran considerados héroes nacionales, aunque otros los pueden ver como unos fanáticos.
El antihéroe
En la historia, en la literatura y en la vida real, el antagonista del héroe es el antihéroe, Representa los valores opuestos: el hombre gris y mediocre, sin agallas, que no asume riesgos, sin ideales y que no generan ninguna admiración en los demás. Al ser el polo opuesto al héroe, en ocasiones tiene un comportamiento miserable y moralmente reprobable.
Si bien el antihéroe no tiene rasgos nobles y desde un punto de vista racional no tiene nada que llame la atención, en la práctica algunos antihéroes tienen algo especial. Prueba de ello es la atracción por la figura del malvado, un personaje perverso e inclinado hacia el mal y, paradójicamente, puede resultar interesante para el espectador.