Una externalidad es un efecto provocado por la actividad de un agente económico sobre el bienestar de otro agente económico, cuyos costos o beneficios no son reconocidos o recompensados a través del mercado, por esta razón se dice que es un efecto externo al mercado.
La teoría económica categoriza a una externalidad como una falla de mercado, porque es un fenómeno para el cual el funcionamiento del mercado no ofrece una solución, dado que el impacto de la externalidad no se refleja en el costo de los productores ni en el precio que pagan los consumidores de un determinado bien o servicio. En otras palabras, no existe un mercado donde puedan compensarse los efectos negativos o positivos derivados de la externalidad.
Externalidades negativas
La mejor forma de comprender el concepto de externalidad es a través de ejemplos, en ese sentido, podemos señalar un caso típico de externalidad negativa: la contaminación. Supongamos que una industria química vierte sus residuos sin ningún tipo de tratamiento a un río donde suelen pescar los pobladores de la rivera aguas abajo, para su propio consumo, vendiendo el excedente en el mercado del pueblo. En este escenario, es esperable que la contaminación genere un impacto económico negativo sobre los pescadores, en la medida que es factible que la calidad del agua se deteriore y se reduzca la disponibilidad de peces, con la consiguiente pérdida de ingresos de la actividad ictícola.
Notemos que el efecto negativo que provoca la contaminación no se refleja en los costos de la industria ni en los precios que pagan los consumidores de los productos químicos. Por esta razón, hablamos de externalidad, porque no es posible que a través del mercado la industria química pueda internalizar el costo que genera a los pescadores, ya que esta empresa no compensa a los pescadores por el efecto no deseado de la su actividad. Esta externalidad es una falla de mercado, porque no existe ningún mercado donde la industria pueda compensar a los pescadores por los efectos negativos que les causa.
¿Qué medidas de mitigación se pueden aplicar sobre externalidades negativas?
En el ejemplo anterior veíamos que el daño que causaba la actividad de la industria química sobre los pescadores no implicaba ningún costo para la industria contaminante y tampoco una compensación para los pescadores. Entonces, cabe preguntarse, ¿Qué incentivos tiene la industria para no contaminar el río?, o ¿cómo pueden hacer los pescadores para recibir una compensación por el daño que sufren por la contaminación del río?
Ante la inexistencia de un mercado donde pueda resolverse el problema, las soluciones pasan por la intervención del Estado, y este hecho es muy importante en economía, porque nos muestra que las externalidades –y las fallas de mercado en general– justifican la acción del Estado para corregir ahí donde el mercado no funciona eficientemente. Si bien ya desde Adam Smith se ha postulado que si el Estado se abstiene de intervenir, los mercados se autorregularán gracias a la acción de una “mano invisible” que conducirá a una asignación eficiente de los recursos y al máximo bienestar general, las fallas de mercado representan un caso donde la “mano invisible” no funciona.
Entre las intervenciones estatales que pueden implementarse para mitigar las externalidades negativas, se destacan las siguientes:
– Tributación: El Estado puede exigir un permiso para que la industria desarrolle su actividad, pero a cambio del cobro de un impuesto, y con dicha recaudación, el Estado podría otorgar prestaciones a los pescadores para neutralizar la pérdida de ingresos. En definitiva, lo que se busca es que exista una compensación a quien se ve afectado por la externalidad negativa, y a la vez, quien contamina, enfrenta un costo por esta acción. Notemos que, en este caso, la acción del Estado permitiría “internalizar” la externalidad.
– Subsidios: En este caso, el Estado podría otorgarle un beneficio fiscal a la industria para incentivarla a realizar un tratamiento de los desechos que vierte al río, para limitar al mínimo la contaminación del agua y la pérdida de bienestar de los pescadores. Este tipo de medida es muy común, sobre todo considerando las tendencias actuales relacionadas a la economía circular y a las acciones para mitigar el cambio climático, donde tanto los gobiernos como organismos internacionales, suelen destinar recursos para promover la sustitución de maquinaria muy contaminante, reducir el consumo de combustibles fósiles o valorizar los residuos de la actividad productiva convirtiendo este “pasivo ambiental” en un “activo económico”.
– Regulación: Este es otro de los mecanismos que se suelen aplicar para corregir externalidades negativas, como la contaminación, con medidas como la prohibición de una actividad que genera un impacto ambiental negativo, en el caso del ejemplo, el Estado podría obligar a cerrar la industria contaminante. Sin llegar a este caso extremo, legalmente sería posible limitar la cantidad de desechos que se vierten al río o crear una autoridad reguladora en materia ambiental que realice controles sobre la actividad de la industria y que le imponga sanciones cuando los niveles de contaminación excedan umbrales tolerables. La acción del Estado intenta proteger no solo a los pescadores sino también al medio ambiente, lo cual, en última instancia beneficia a la sociedad en su conjunto.
Externalidades positivas
Para comprender las externalidades positivas, nuevamente un ejemplo nos será de gran ayuda. Supongamos que se instala una industria dedicada a la producción de aceites se soja, girasol y oliva. Esta inversión, provoca –entre otros cambios– un aumento muy importante del tránsito debido al flujo de materias primas, materiales, productos y personal relacionados con la actividad productiva del nuevo emprendimiento.
Imaginemos que, en la principal ruta de acceso a la planta industrial existe una estación de servicio de combustible, que antes de la instalación de la industria aceitera no tenía un gran nivel de ventas. Sin embargo, el mayor flujo de vehículos derivado de la actividad de la nueva empresa provoca un incremento excepcional de las ventas de combustible y otros servicios, disparando las ganancias de la estación de servicio.
En el ejemplo descrito, estamos en presencia de una externalidad positiva, en la medida que la instalación de la industria aceitera genera un gran beneficio para la estación de servicio, pero dicho beneficio no puede ser internalizado por compañía industrial. Notemos, nuevamente, la ausencia de un mercado para que la industria aceitera pueda ser recompensada por el beneficio extra que ha generado a la estación de servicio, la cual recibió el mismo como maná del cielo, en la medida que no debió cambiar en nada su negocio, más que estar en el lugar indicado, en el momento indicado.
En el caso de las externalidades positivas, las subvenciones son los principales instrumentos utilizados para que los agentes internalicen los beneficios generados a los terceros. El ejemplo de la industria aceitera y la estación de servicio es un posible efecto que puede provocar la instalación de una industria, pero pueden existir otros efectos como la creación de empleo en un pueblo cercano, lo cual a su vez, contribuye a la reducción de la pobreza y dinamiza toda la actividad económica, tanto más cuanto mayor es la envergadura del emprendimiento. Es por esto que, en muchas ocasiones los gobiernos nacionales o subnacionales suelen otorgar beneficios para la inversión –como las exoneraciones tributarias– u otro tipo de incentivo para atraer a las empresas, sabiendo los beneficios económicos que pueden generar en las localidades. Estos incentivos permiten que las empresas puedan internalizar los beneficios indirectos que generan en el entorno social y económico donde radican sus inversiones.