El término estatus viene del latín status, que quiere decir condición o estado, un concepto que aparece en algunas expresiones latinas (statu quo o status libertatis). En el lenguaje corriente se habla del estado civil de un individuo (casado, soltero, viudo…), del estado de cosas o del estado de sitio. Sin embargo, la palabra estatus en particular designa el reconocimiento que tiene alguien dentro de la sociedad. En otros términos, es la posición social de una persona, lo cual viene determinado por su situación económica, su actividad profesional y por el prestigio individual.
Reflexión sobre el concepto de estatus
La posición social de alguien, su estatus, depende de varios factores que interactúan entre sí (raciales, económicos, culturales y otros). Esta diversidad de aspectos nos indica que el concepto de estatus presenta una cierta complejidad y resulta conveniente reflexionar sobre ello.
Alguien que vive en la miseria no goza de un buen estatus social. Lo cual no quiere decir que el rico necesariamente goce de un buen estatus. Por ejemplo, un mafioso puede ser muy rico pero carecer del reconocimiento de los demás.
La fama de alguien es importante para lograr un buen estatus, pero no es suficiente. Así, un hombre muy erudito y de reconocido prestigio intelectual puede encontrarse en la miseria y, debido a ello, previsiblemente carecerá de una buena imagen social, lo cual nos recuerda que el factor económico resulta determinante en la idea de estatus.
Se puede afirmar que el estatus es algo que los demás otorgan a un individuo, ya que resulta inapropiado que alguien se atribuya un estatus determinado.
Gozar de un buen estatus es una aspiración individual muy generalizada, puesto que a la mayoría de personas le resulta agradable tener una buena situación económica, un buen trabajo y tener buena fama entre las personas que le rodean.
Si pensamos en un individuo con un elevado estatus social nos viene a la mente un prototipo de persona; alguien con una buena posición económica, un profesional cualificado, respetado y valorado por la inmensa mayoría. La confluencia de estos rasgos son fundamentales, pero no siempre son suficientes (pensemos, por ejemplo, en un individuo de raza negra, con dinero, con cultura y con un buen trabajo pero viviendo en un país racista donde los negros no son valorados con los mismos criterios que los blancos).
Por último, hay que recordar que el concepto de estatus puede estar asociado con el mundo de las apariencias, es decir, lo que alguien pretende ser pero que no se corresponde con su auténtica realidad.