Alguien es un esclavo cuando su vida pertenece a otra persona. El fenómeno de la esclavitud implica siempre dos posiciones distintas: una dominadora y otra de sometimiento.
Las distintas caras del fenómeno
La esclavitud implica en todos los casos que un individuo deja de ser un hombre libre y se convierte en propiedad de otro. El amo es el dueño del esclavo y, en consecuencia, impone su voluntad. Este planteamiento es considerado desde la óptica del presente como algo inhumano, injusto y contrario a los derechos humanos.
A pesar de ello, durante siglos la esclavitud fue considerada como algo razonable y lógico. Los europeos que comerciaban con esclavos de África consideraban que los africanos eran distintos al hombre blanco y su diferencia racial significaba que el africano carecía de alma.
Esclavistas y abolicionistas en la guerra de Secesión o guerra civil estadounidense
Quienes defendían la esclavitud consideraban que los hombres y mujeres eran una simple mercancía con la cual era posible comerciar. Por otra parte, desde el punto de vista del esclavista, resultaba económicamente rentable contar con una mano de obra barata y sometida. Con el tiempo, las tesis esclavistas se fueron debilitando por varios motivos.
Desde un planteamiento cristiano, si todos los hombres son iguales ante Dios, resulta contradictorio que unos sean amos y otros esclavos.
Desde un punto de vista económico, la esclavitud como modo de producción se empezó a debilitar cuando se constató que el hombre libre trabaja más y mejor que el esclavo.
Diferentes tipos de esclavos
Para los griegos del mundo antiguo los esclavos podían realizar cualquier tipo de actividad, pero eran considerados ciudadanos sin derechos y, por lo tanto, no podían participar en la vida pública.
En las conquistas militares de los romanos, los guerreros de los pueblos derrotados se convertían en esclavos que posteriormente se vendían en una subasta pública. En el mejor de los casos, el esclavo se dedicaba a las tareas domésticas, pero en muchos casos acababa trabajando en las minas, en las galeras de los barcos o luchando como gladiador en el circo.
En los palacios del Imperio Otomano había odaliscas, unas concubinas que tenían la función de satisfacer sexualmente al sultán. En este sentido, las odaliscas eran esclavas sexuales.
En el siglo XXl el tráfico de personas continúa existiendo como actividad lucrativa. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) hay veinte millones de esclavos en el mundo. En su mayoría son mujeres que son explotadas sexualmente bajo algún tipo de amenaza.
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