Las personas viven en sociedad, por tanto, todo ser humano se relaciona con los demás. Aunque cada persona tiene sus espacios de intimidad, lo cierto es que también existen momentos de compartir. Un ejemplo de lo importante que es compartir es la convivencia. La convivencia puede aplicarse a distintos puntos de vista. El más básico y fundamental, la convivencia en el hogar con los demás miembros de la familia muestra cómo es importante que cada uno tenga una actitud de respeto hacia el otro con el objetivo de que la convivencia sea agradable.
Lo habitual es establecer unas normas de convivencia básicas para crear un consenso. Cuando una persona soltera vive sola en su propia casa entonces es dueña absoluta de hacer lo que quiera en su hogar sin tener que conciliar con alguien más. En cambio, al vivir en pareja, la situación cambia.
La convivencia puede ser agradable o desagradable. Para que una convivencia sea agradable se requiere de la colaboración de todos los integrantes del hogar. Aun así, la vida no es como en las películas y lo natural es que a lo largo del día existen momentos de todo tipo, situaciones menos bonitas, posibles conflictos y discusiones porque convivir también es compartir diferencias de criterio y conocer al otro en sus manías y defectos.
Pero la convivencia enriquece a nivel personal porque todo ser humano necesita cariño y reconocimiento. Cuando una pareja es sólida, entonces, es gratificante llegar a casa y poder estar con la pareja. En cambio, cuando una pareja tiene una mala relación, estar en casa se convierte en un motivo de malestar y de tristeza. El hogar es el espacio de máxima intimidad, sin embargo, no hay nada más desagradable que no tener ganas de volver a casa porque en el hogar existe un foco de conflicto pendiente de resolver.
Más allá del ámbito doméstico también se convive en sociedad. Y por supuesto, también se convive en el ámbito del trabajo puesto que los compañeros de oficina se relacionan entre sí y existe una jerarquía en los roles. El jefe manda y los empleados obedecen.
La convivencia muestra la inteligencia emocional del corazón humano que se basa en el respeto hacia el otro. Lo positivo es tener acciones que hagan la vida agradable a los demás. Una simple sonrisa mejora la convivencia. Al igual que palabras como gracias, lo siento y por favor.