La convivencia en sociedad, con otros pares, en un espacio determinado nos hace seres colectivos. Esto quiere decir que no podemos vivir encerrados en nuestros deseos, pesares y preocupaciones sino que necesariamente debemos interactuar con aquellos seres que nos acompañan en todo momento en nuestra cotidianeidad. Es ahí donde puede surgir el concepto de conciencia social que es, en otras palabras, el reconocimiento del otro.
La convivencia: una característica básica del ser humano como ser gregario
Sabemos que el ser humano, como muchos otros animales, es un ser gregario, lo cual quiere decir que es parte de su naturaleza convivir con otros de iguales características, esto es pares. La convivencia social no es fácil sino que da lugar a muchos fenómenos que pueden complicar la armonía. Por otro lado hay que tener en cuenta que muchas veces, en esa convivencia algunos sufren mientras otros tienen todo.
Es en este momento en el que aparece la necesidad de desarrollar una habilidad que es la de poder generar en los otros cierto compromiso con quienes más sufren. A esto se lo llama conciencia social e implica una búsqueda de generar lazos y compartir momentos, así como también ayudar, ser solidarios y tener en cuenta las necesidades de quienes se encuentran desamparados.
La conciencia social y su importancia
En todas las sociedades del mundo, especialmente las más complejas, siempre contaron con diferencias sociales que han hecho que algunos tengan todo mientras otros quedan desamparados y solos. En este aspecto es cuando la conciencia social, es decir, el reconocimiento del otro que sufre y que necesita nuestra ayuda y asistencia, se vuelve fundamental.
Aquí es importante señalar que el bienestar de todos los miembros de una sociedad no depende de lo que cada uno haga con su vida, sino que es responsabilidad de todos los integrantes de esa comunidad contribuir con pequeñas y grandes acciones a que todos puedan acceder a un nivel de vida por lo menos humano.
¿Es posible la conciencia con el otro en un mundo egoísta?
Esta pregunta que nos planteamos no nos da perspectivas muy esperanzadoras. En la actualidad la mayoría de las sociedades (especialmente las urbanas y cosmopolitas) implican ciertos estilos de vida y lazos sociales de pleno aislamiento, falta de interés o indiferencia, miedo y pánico, egoísmo y egocentrismo, así como una necesidad permanente de sentirse protagonistas antes que colaborar para que el que más sufre pueda acceder a sus derechos. Esto hace que la conciencia social no sea un bien que abunde entre los individuos, y mucho menos cuando son los mismos gobiernos los que señalan que cada sujeto debe valerse por sí mismo y encargarse de solucionar sus problemas.
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