Definición
A fines del siglo XIX, tras la consolidación del Estado nacional y la aplicación del modelo agroexportador, el gobierno argentino avanzó militarmente sobre los territorios habitados por los pueblos originarios a partir de una campaña denominada “Conquista del Desierto” que fue liderada por Julio Argentino Roca.
El objetivo de dicha campaña, acontecida entre 1878 y 1885, consistió en conquistar las tierras pampeanas y patagónicas atacando violentamente a las poblaciones originarias. Si bien había habido incursiones militares sobre aquellos territorios con anterioridad, la campaña de Roca se caracterizó por su índole genocida, ya que, no solo buscó conquistar las tierras, sino también exterminar física y culturalmente a las comunidades originarias.
Antecedentes y causas
Cuando los españoles arribaron al territorio que actualmente compone la Argentina, inmediatamente entraron en relación con los pueblos originarios ya sea utilizando estrategias de negociación o tácticas de avance violento. Posteriormente, una vez declarada la independencia, la relación del gobierno con los pueblos originarios continuó siendo ambivalente. Por un lado, se fortalecieron las relaciones comerciales con los mismos pero, por otro lado, se realizaron expediciones de carácter ofensivo. Fundamentalmente, se estableció una línea de fortines para delimitar la zona de frontera y defender el territorio de los malones o avanzar sobre el mismo, según el contexto.
Con la llegada de Rosas al poder, continuaron los períodos intermitentes que combinaban negociaciones con ataques. No obstante, por primera vez, entre 1833 y 1834 se realizó una campaña contra los pueblos originarios de la que resultaron 3200 muertos y 1200 prisioneros. Sin embargo, en aquel momento y durante la mayor parte del siglo XIX, en Argentina se sucedieron una larga serie de guerras civiles y conflictos internos que no permitían que el gobierno destinara fuerzas a la cuestión de las tierras del, mal llamado, desierto. Dicha situación se modificó a finales del siglo, ya que, con el Estado nacional consolidado, un ejército fuerte y la inserción de la Argentina en el mercado mundial como agroexportadora, la cuestión del avance sobre aquellas tierras pasó a ser fundamental para la agenda política del gobierno.
La Conquista del Desierto y sus consecuencias
A fines del siglo XIX se modificó un aspecto fundamental de la economía argentina debido a la aplicación del modelo agroexportador. El mismo necesitaba de una mayor cantidad de tierras para producir materias primas por lo que la conquista del territorio en que habitaban las comunidades originarias pasó a ser de vital importancia para el gobierno. De esta forma, al habitante originario se le atribuyó el papel de extranjero que ocupaba el supuesto territorio nacional y debía ser- expulsado.
Fundamentalmente fue durante el gobierno de Nicolás Avellaneda (1874-1880) que se le dio una gran importancia a esta cuestión. En principio, el Ministro de Guerra Adolfo Alsina, recurrió a una posición defensiva y aplicó la idea de una zanja con fortines para evitar los malones y el robo de ganado. Esta posición fue duramente criticada por quienes reclamaban una solución más drástica al “problema del indio”.
Tras la muerte de Alsina en 1877, el cargo de Ministro de Guerra fue otorgado a Julio A. Roca, quien planteó una posición de tipo ofensiva y poco conciliadora. Así fue que se puso fin a las políticas de contención de la frontera y se estableció un plan para avanzar mediante incursiones militares sobre las tierras pampeanas y patagónicas que se llamó “Conquista del Desierto”.
El plan comenzó a ser aplicado en 1878 e implicó el avance sobre el territorio mediante el exterminio de las comunidades que allí vivían, ya sean mapuches, ranqueles o puelches. Para ello se recurrió a ataques sistemáticos y continuos a los toldos indígenas, toma de cautivos y fusilamientos. Es de destacar que, incluso en el mismo momento en que la campaña se estaba llevando a cabo, había quienes catalogaban a estos sucesos como crímenes de lesa humanidad ya que se fusilaban a civiles y se tomaban prisioneros a mujeres y niños. Incluso el diario La Nación, dirigido por Bartolomé Mitre, coincidía con esa perspectiva.
La conquista se extendió hasta el año 1885 y, según cifras oficiales de la campaña, fueron asesinados o tomados prisioneros 14.000 habitantes originarios, incluyendo a mujeres y niños. Respecto del destino de los sobrevivientes, la mayoría de ellos fueron utilizados como mano de obra para los viñedos o los ingenios azucareros, y muchos de ellos fueron encerrados en campos de concentración ubicados en Valcheta, Chinchinales, Rincón del Medio, Malargüe y Martín García. Quienes fueron enviados a Buenos Aires, pasaron a ser mano de obra esclava de las familias de la elite que buscaban sirvientes.
Si tenemos en cuenta el concepto de “genocidio” elaborado por la Asamblea Nacional de las Naciones Unidas que define al mismo como «una negación del derecho de existencia a grupos humanos enteros», podemos decir que la Conquista del Desierto constituyó un genocidio, no solo porque se atacó a la población civil, sino porque se buscó exterminar su cultura mediante la supresión de los nombres de las personas cautivas, el secuestro de niños, y el impedimento de su reproducción biológica ya sea por medio de la castración o de la separación de las personas por sexo.
Referencias bibliográficas
Autor varios, Historia de la crueldad argentina. Julio A. Roca y el genocidio de los pueblos originarios, Ediciones El Tugurio, Buenos Aires, 2010.Lenton, Diana Isabel; Delrio, Walter Mario; Pérez, Pilar; Papazian, Alexis Esteban Roberto; Nagy, Mariano Ariel; et al.; Huellas de un genocidio silenciado: los indígenas en argentina; UMSA; Conceptos; 493; 4-2015; 119-142.