Una condena es una instancia en la que se aplica una determinada sentencia dictada por un tribunal como consecuencia de la comisión de un delito. El tipo de condenas que se aplican pueden ser variadas, desde la reclusión hasta el pago de un determinado monto de dinero resarcitorio. Por extensión, el término puede aplicarse a diversos contextos en los que se haga referencia a una determinada situación de castigo por la comisión de algún tipo de actitud reprobable; por ejemplo, en el ámbito religioso la condena puede referir a la existencia separada de la visión de Dios, fin último del hombre.
Desde el punto de vista jurídico, la condena tiene como finalidad servir de defensa de la sociedad, como asimismo desalentar determinadas actividades. En los casos de delitos extremos, algunos países optan por aplicar la denominada “pena de muerte”, una eliminación de la vida del prisionero por parte del estado. Este tipo de procedimientos son harto polémicos y motivan largos debates que todavía distan de resolverse. Por otro lado, otros países que optan por evitar este tipo de castigos tienen a la cadena perpetua como el máximo castigo aplicable, castigo que evita que el recluso vuelva a tener un contacto normal y duradero con el resto de la sociedad.
Desde el punto de vista religioso, el cristianismo ha referido a la condena como un estado de separación constante de Dios. En este contexto, la condena sería alcanzada por haber muerto en una actitud de enemistad deliberada con el Creador. Esta visión del fracaso del hombre está presente en algunas expresiones de la Biblia, pero se extendió en gran medida con la cultura medieval, cultura cuya influencia llega hasta nuestros días. Los condenados existen en un estado de constante desesperación por el hecho de que ya es imposible alcanzar para ellos la visión de Dios.
Toda sociedad suele exhibir una serie de modos de punir a determinadas actuaciones que considera antisociales. Este hecho puede rastrearse hasta tiempos remotos, aunque por supuesto, en los mismos las condenas podían llegar a ser excesivas. En nuestra sociedad el criterio que prima es la posibilidad de ofrecer los condenados derechos y garantías, esto es, límites al accionar del estado contra los mismos. Además, se requiere siempre la prueba consistente de la existencia de las culpas, circunstancia que se sostiene a partir de un proceso pormenorizado y relativamente estructurado sin el cual se absuelve al sospechoso de modo categórico.