El ostracismo fue una herramienta política implantada en la Atenas del siglo V a. C. que se utilizó para reforzar el poder del pueblo y asegurar los mecanismos democráticos. Su nombre proviene del hecho de que los ciudadanos escribían en un óstrakon (trozo de cerámica con forma de concha) el nombre de la persona que votaban desterrar por considerar que no había actuado en función del bien público.
En la actualidad, el concepto de ostracismo se sigue utilizando, aunque para hacer referencia a la situación en que una persona, de forma impuesta o voluntaria, es aislada de su vida social y de los espacios que solía frecuentar.
Contexto histórico de su surgimiento y aplicación
Según las fuentes que se registran hasta la actualidad, el ostracismo fue introducido en Atenas a partir de las reformas de Clístenes del año 508 a.C. No obstante, debido a que se trató de un período en que la democracia y la aristocracia se encontraban en tensión, el mismo no fue aplicado concretamente sino un tiempo después.
Así, fue a partir de la democracia radical ateniense, surgida con las reformas de Efialtes del año 462 a.C, que el ostracismo se utilizó como una herramienta democrática para evitar la concentración del poder propia del período aristocrático. No es casualidad que el ostracismo se haya aplicado de forma efectiva en aquel momento, puesto que el ascenso de la democracia radical implicó una participación activa del pueblo en los asuntos de la vida pública. De hecho, fue este el período en que hubo una mayor igualdad entre los ciudadanos de Atenas.
A fines del siglo V a.C., la democracia radical fue reemplazada por un régimen oligárquico al mando de los “Treinta Tiranos”. Si bien ellos se mantuvieron poco tiempo en el poder, al reinstaurarse la democracia, se dio paso a una régimen político que, aunque seguía favoreciendo la participación del pueblo, lo hacía de una forma más moderada. En este contexto, el ostracismo dejó de aplicarse como mecanismo de participación ciudadana.
Características
El ostracismo se creó con el fin de favorecer la democracia. Fundamentalmente, consistía en el destierro en base a evitar la concentración de poder de uno o más ciudadanos. De esta forma, funcionaba como un mecanismo de control para el ejercicio del poder de los funcionarios.
Para su aplicación, la Asamblea (Ekklesía) se reunía una vez por año con el fin de votar el ostracismo. Se trataba de una votación directa, es decir a mano alzada, en que no había un debate al respecto. En caso de que hubiera una mayoría de votos en favor del ostracismo de una persona, se volvía a llamar a una votación pública dos meses más tarde pero, en esa ocasión, se reunía la llamada Asamblea Solemne, es decir, aquella que tenía un quórum de seis mil votantes. En dicha votación, se escribía en el óstrakon el nombre de la persona a la cual se quería aplicar ostracismo, entendiendo que ello constituiría un bien para la ciudadanía. En caso de que hubiera mayoría absoluta, esa persona debía abandonar la ciudad en menos de diez días y sus bienes pasaban a ser administrados por un magistrado de la polis.
Cuando se votaba el ostracismo, el destierro debía mantenerse por al menos diez años. Sin embargo, la persona desterrada no perdía sus derechos ciudadanos, aunque sí eran suspendidos. Asimismo, la asamblea podía votar la anulación del ostracismo. En este punto, es de destacar que no se trataba de una pena judicial ni una condena legal, sino que era un mecanismo de autodefensa del pueblo para evitar los abusos de poder.
Ostracismo en la actualidad
Si bien el ostracismo propio de Atenas ya no existe, el término se utiliza en la actualidad para referirse a aquellas situaciones en que una persona, ya sea de forma involuntaria o voluntaria, se aleja de los espacios que solía frecuentar y se anulan sus relaciones sociales. Esta situación sucede muy comúnmente en el ámbito político, fundamentalmente con motivos estratégicos.
Es de destacar que hoy en día, cuando el ostracismo es impuesto, el aislamiento social que implica no refiere a una condición legal sino que se trata, más bien, de una condena implícita por la cual una persona es alejada de su vida pública.