La mayoría de alimentos que consumimos habitualmente han sido tratados industrialmente con anterioridad y en algunos casos se trata directamente de productos transgénicos, es decir, manipulados genéticamente. Sin embargo, no toda la comida tiene este origen, ya que algunos productores y consumidores apuestan por los alimentos naturales, también conocidos con la denominación de comida orgánica.
Una idea general de la comida orgánica
Se entiende por comida orgánica todos aquellos productos elaborados con los métodos tradicionales. Para conseguir comida orgánica es necesario que previamente el agricultor y el ganadero rechacen el uso de pesticidas y fertilizantes químicos. En otras palabras, estamos hablando de la producción ecológica, que se basa en el respeto por el medio ambiente. Se puede afirmar que los consumidores que optan por esta forma de alimentación quieren saber lo que comen.
Al mismo tiempo, la comida orgánica está asociada con el consumo de productos de temporada, una alimentación natural y un estilo de vida saludable (por ejemplo, en la gastronomía se habla de la corriente del slow food, un planteamiento que se basa en la comida tradicional y en el placer de comer, algo que se opone al fast food o comida industrial de consumo rápido).
La comida orgánica implica generalmente un mayor coste de producción, una circunstancia que afecta al precio final que paga el consumidor
Su precio más elevado supone lógicamente un gran inconveniente para su viabilidad (los productores obtienen menos beneficios y los consumidores encarecen la cesta de la compra).
La comida orgánica representa al mismo tiempo una apuesta por los productos locales y frescos y no sometidos a procesos industriales. Quienes defienden el consumo de alimentos orgánicos entienden que su apuesta es respetuosa con el medio ambiente y con la agricultura responsable.
La comida no orgánica
Los alimentos procesados con criterios tecnológicos no son necesariamente peores, sino que se trata de un planteamiento alimenticio distinto. Si pensamos en las gallinas que normalmente compramos en las grandes superficies, sus huevos han sido tratados en incubadoras y vacunados con un triple propósito: una mayor producción, un incremento del beneficio económico y una reducción de la tasa de mortalidad de los animales debido a la reducción de las enfermedades infecciosas. Este simple ejemplo, nos permite recordar que la comida no orgánica también tiene una serie de ventajas asociadas.
El debate entre las dos propuestas alimenticias tiene diferentes vertientes, ya que está relacionado con la economía, la sostenibilidad del planeta, la salud y el modo de entender la vida.