Una civilización es un pueblo con una historia, una cultura y cierto grado de desarrollo. Si bien es cierto que el término puede utilizarse con cierta amplitud, en rigor una civilización implica a una sociedad que ya ha alcanzado cierto grado de complejidad. En efecto, si lo miramos con detenimiento, el término “civilización” deriva de “civitas”, de ciudad; esta circunstancia se fundamenta en el hecho de que fue justamente en las ciudades en donde la sociedad comenzó a encontrar un mayor grado de complejidad, un mayor grado de sofisticación. A lo largo de la historia han existido distintas civilizaciones que dejaron una profunda huella, huella que se manifiesta en obras arquitectónicas, en principios jurídicos y hasta en conceptos filosóficos.
Sociedades han existido siempre, pero solo cuando alcanzaron una cierta importancia es que las mismas pueden llevar el rango de civilización. Si miramos hacia el pasado, veremos que existe un amplio período en donde es difícil conocer los acontecimientos debido a la ausencia de escritura que deje testimonios del mismo. Este período comienza con la Edad de Piedra, tiempo al final del cual se desarrolla la agricultura y la ganadería; previamente, los hombres se desplazaban de un lugar a otro en busca de sus alimentos, pero ahora, con estos desarrollos, se asientan en lugares fértiles, lugares en donde nacen las primeras ciudades.
Es gracias a las ciudades que se gestaron las grandes civilizaciones que conocemos. En efecto, puesto que la actividad de producir alimentos ya no debe estar circunscrita a cada hombre, muchos individuos comienzan a dedicarse a otras actividades, también necesarias. Comienza un proceso de especialización en las tareas, especialización que lleva a una complejidad de la comunidad, complejidad que redunda en el desarrollo de la cultura. Por otro lado, dado que existe una aglomeración de personas, comienzan a existir normas y pautas de convivencia; así, podemos ver cómo tanto las leyes como su aplicación comienzan a ser un tema de relevancia, desarrollando lo que hoy denominaríamos sector público.
Como se ha sugerido, muchas civilizaciones del pasado han sido extraordinariamente importantes en la historia, dejando significativos legados para la posteridad. Un ejemplo de esta circunstancia lo ofrecen los griegos, que tuvieron un gran desarrollo en las artes y en las ciencias, desarrollo que luego dejaron a otros pueblos. Los romanos también alcanzaron un gran desarrollo, en particular gracias a la influencia griega, pero también por mérito propio: por ejemplo, muchos criterios jurídicos empleados por los mismos son todavía utilizados.