Si partimos de la etimología de la palabra bibliografía, ya tenemos una aclaración precisa sobre su significado, ya que viene del griego biblos, que quiere decir libro y de grafía, que significa escribir. Así, bibliografía se aplica a la información escrita relativa a los libros.
Cuando se realiza algún trabajo o estudio en el que necesario consultar una serie de libros, es conveniente y casi necesario citar cuáles son las fuentes informativas, es decir, los textos que han sido consultados para su elaboración. En este sentido se habla de las fuentes bibliográficas.
La finalidad de la bibliografía es facilitar la lectura de un texto para que el lector sepa de dónde procede la información. Así mismo, es una manera de aclarar qué información no es original del autor del trabajo, sino que forma parte de otro texto. De igual manera, citar la bibliografía empleada es una forma de expresar rigor en el proceso de investigación y acreditar la fiabilidad de los datos consultados.
Formatos y Recomendaciones
Existen varias modalidades a la hora de elaborar una bibliografía. A pesar de la diversidad de métodos, hay una serie de recomendaciones generales. Por una parte, la mención del documento originario se específica en su propia lengua. Hay que anotar cuál es el autor del libro citado normalmente antes del título. Es habitual anotar el año de publicación, la editorial, el número de edición y la ciudad en la cual fue impreso. Esta información puede encontrarse al final de una obra o en la parte inferior de cada página, de tal manera que haya un sistema para consultar con facilidad la fuente bibliográfica (un número por cada cita realizada es el modelo más habitual). Este tipo de procedimiento es aplicable a los capítulos de un libro, a los artículos de las revistas, los blogs, los sitios webs y cualquier tipo de soporte. Lo relevante es facilitar la información, respetando un criterio homogéneo, coherente y que se admita como válido en el tipo de formato empleado.
En el mundo académico la bibliografía tiene suele estar sujeta a normas compartidas por la comunidad científica. De este modo, se consigue que la información tenga parámetros compartidos y que sea al mismo tiempo útil. Por este motivo, las normas ISO recogen el estándar establecido para realizar una bibliografía correcta (actualmente está vigente la norma ISO 690).
Al margen de los datos generales ya indicados, hay toda unas serie de reglas que deben respetarse a la hora de realizar una bibliografía: sobre los signos de puntuación, las abreviaturas, el tipo de letra, el uso de la negrita, etc.
Además de las normas, costumbres y pautas generales relacionadas con la bibliografía y las citas bibliográficas, el escritor se encuentra con algunas dudas que no son fáciles de resolver, porque no hay ningún manual que lo indique: cuándo hay que citar, con qué frecuencia y cuándo es recomendable no hacerlo.