El barroco es tanto un periodo histórico como un movimiento artístico que surgió durante los siglos XVI y XVII en Europa y en América. Para algunos críticos, es una constante del espíritu humano, es decir, una sensibilidad y manera de aproximarse al mundo que no está sujeta a un tiempo histórico en particular. Esta cualidad ahistórica ha resultado en múltiples manifestaciones del barroco en periodos de tiempo muy diferentes entre sí.
Tendencias culturales del barroco español
En medio de un tiempo de crisis, donde el catolicismo fue golpeado por la revolución protestante y los valores medievales dieron paso a un nuevo orden social, España decidió afianzarse a la unidad religiosa y estableció una sociedad cerrada en la que convivieron lo oficial y no oficial, el orden y el caos, lo humano y lo divino.
Por su parte, y como respuesta a las ideas luteranas, la iglesia creó una poética de contrarreforma a partir del arte, particularmente la pintura. Así, el barroco surgió como medio de expresión de una sociedad polarizada, donde la angustia era el sentimiento que imperaba tanto en las calles como en las cortes. Debido a esta polarización, el barroco español se caracterizó, además del contraste y la angustia, por la presencia de múltiples perspectivas en el seno de una sociedad dogmatizada.
Las reflexiones sobre la relación entre la divinidad y el hombre, sobre la incertidumbre y lo frágil de la existencia, entre lo absoluto y lo relativo se extendieron de la pintura a la literatura creando un caudal de obras que son fundamentales para entender no solo el barroco, sino la misma condición del hombre y su estar en el mundo.
Narrativa, teatro y poesía
En la narrativa destaca El Quijote de Miguel de Cervantes. A partir de una burla a la novela de caballería medieval, Cervantes abordó lo complejo de la sociedad que le tocó vivir. Realizó una fuerte crítica a la iglesia y colocó en el centro de todo a un hombre frágil cuya perspectiva de la vida correspondía con la visión absolutista del dogma religioso; su contraparte, el burlesco Sancho, representa la relatividad práctica. Debido a estas posturas encontradas, ambos personajes son incapaces de entenderse. Esta incapacidad en la comunicación inauguró la novela moderna.
El teatro también fue un terreno donde la sensibilidad de la época se hizo presente. El caso más importante es el de Pedro calderón de la Barca quien abordó el problema de la existencia, el destino del hombre y la relación de lo humano con lo eterno. Lope de Vega es el opuesto de Calderón pues él escribió sobre temas más comunes haciendo énfasis en lo humano como condición contraria a lo divino.
En la poesía se encuentran los trabajos de Luis de Góngora y Francisco de Quevedo. Góngora utilizó una poesía culta, llena de referencias a la antigüedad clásica, así como el uso de palabras de origen latín. Por su parte, la característica fundamental de Quevedo es el virtuosismo verbal con el que construyó poemas burlescos y de profunda crítica social. La gran atención que prestaron ambos poetas al lenguaje corresponde con la sensibilidad barroca donde fondo y forma se combinan para ofrecer una visión nueva del mundo.
Ejemplos del barroco americano: obras y autores
A pesar de coincidir en el sentimiento de angustia y crisis, en América el barroco tomó otro camino y otro de modo expresión, distintos al de Europa. Tras la conquista, los nativos experimentaron una situación sumamente compleja como resultado de su condición en el nuevo paradigma cultural: habían sido despojados de su religión y obligados a adoptar una nueva. En cierto sentido, dejaron de ser indios (en relación con su religión y cultura), pero no se concebían a sí mismos como cristianos. Esta situación los llevó a experimentar un vacío que intentaron llenar con un estilo artístico profuso y ornamental: el barroco. Este tipo de arte se puede apreciar en las iglesias construidas por los propios indígenas durante la época virreinal pues están llenas de imágenes y ornamentos sin ningún espacio en blanco. Además, estos edificios también son una muestra del sincretismo cultural y religioso que se vivió en ese periodo al combinar figuras de origen indígena y cristiano como, por ejemplo, serafines con rasgos americanos.
Durante el virreinato, la literatura se nutrió de este espíritu de vacío y tendencia ornamental. La escritora más importante de este periodo es, sin duda, Sor Juana Inés de la Cruz. Su obra tiene múltiples matices, desde escritos teológicos hasta poesía amorosa. Sor Juana es un gran ejemplo del virtuosismo verbal de esta época: “Detente, sombra de mi bien esquivo, / imagen del hechizo que más quiero, / bella ilusión por quien alegre muero, / dulce ficción por quien penosa vivo”.
Debido a que el barroco es una constante del espíritu humano, no se limitó a la época virreinal, sino que ha sido una preocupación estética para escritores de otros periodos históricos, particularmente en el siglo XX. Como consecuencia de las condiciones adversas que se vivieron en América Latina en ese siglo, se dio una renovación del barroco que conservó los sentimientos de crisis y vacío, así como el virtuosismo verbal. Esta renovación se conoce como neobarroco. Las novelas neobarrocas se caracterizan por ser extensas, por una sintaxis compleja y grandes periodos u oraciones y por fragmentar la historia elaborando múltiples perspectivas en relación con un solo acontecimiento. Escritores como Alejo Carpentier con Concierto barroco, Mario Vargas Llosa con El hablador y Gabriel García Márquez con Cien años de soledad son una muestra de la renovación y ornamento verbal que caracterizó el neobarroco.
Autor
