Los romanos de la antigüedad decían que los bárbaros eran los habitantes que vivían más allá de las fronteras de sus dominios. Con la palabra bárbaro daban a entender que eran individuos sin civilizar.
La barbarie es una actitud poco civilizada, agresiva, semejante al comportamiento animal. El acontecimiento en el que aparece especialmente la conducta bárbara en el ser humano es la guerra; donde se manifiesta el mal y la agresividad con más intensidad.
La barbarie es una postura rechazada por la inmensa mayoría de los individuos, ya que no hay nada que la justifique. Sin embargo, no hay que olvidar que el hombre es un animal racional, lo cual significa que es un ser inteligente pero a la vez es un animal, y por lo tanto, tiene también instintos que pueden provocar conductas no racionales.
La idea de barbarie se utilizó especialmente en el colonialismo, cuando las potencias europeas sometieron a otros pueblos asiáticos y africanos, considerándolos inferiores y bárbaros. Por este motivo, los imperios coloniales creían que estaba justificado ocupar otros territorios.
En ocasiones, una tradición cultural considera que otros pueblos carecen de la suficiente formación y los cataloga como bárbaros. Algo semejante ocurre con algunas manifestaciones culturales. Es el caso de la fiesta de los toros en España. Para los defensores de esta tradición se trata de un arte milenario. En cambio, los críticos consideran que es una fiesta inhumana, brutal y bárbara.
Los estudiosos del comportamiento humano han intentado explicar la barbarie. Consideran que es un fenómeno que se manifiesta principalmente de manera colectiva, cuando un grupo actúa de manera pasional, sin reflexionar, intentando imponer su criterio mediante la fuerza.
Se puede afirmar que en la historia de la humanidad hay dos tendencias. Por una parte, una inclinación constructiva, dirigida al bien común, solidaria, altruista y cooperativa. De manera contraria, hay una tendencia hacia la destrucción, el egoísmo y la violencia en cualquiera de sus manifestaciones. Este último caso es la expresión de la barbarie. Para combatirla, hay herramientas que pueden ser muy útiles: la educación, la tolerancia y la cultura. Ninguna de ellas garantiza la ausencia de brutalidad, pero sin ellas la barbarie es casi segura.