El banco es una entidad cuya finalidad es asegurar los ahorros de los agentes económicos y canalizar los mismos a distintos sectores que los necesitan para llevar a cabo distintas tareas económicas. En este sentido, un banco puede entenderse como un intermediario del dinero, que lo capta a una tasa de interés determinada y lo presta a una tasa mayor. Los bancos existen desde el medioevo, en donde su función principal era la de proteger el oro de la gente; con posterioridad surgió esta posibilidad de prestarlo a una tasa de interés determinada, circunstancia que hace que la cobertura de los ahorros que se concedieron sea parcial.
La existencia de lugares en donde se albergaban los objetos de valor se remonta a la antigüedad; en efecto, existen diversas evidencias de prácticas que asemejan a alguna función a lo que hoy entendemos por bancos, pero también existen diferencias notables. Es en la Edad Media en que comienza un resurgimiento de estas actividades de una forma tal que puede emparentarse con nuestra experiencia; a pesar de esto, en este momento el cobro de intereses era en alguna medida sospechoso desde la mentalidad de la época. Los bancos otorgaban un papel que servía como certificado de depósito de un determinado monto en oro; estos papeles eran un antecedente de nuestro dinero. Con el paso del tiempo, los bancos comenzaron a notar que las sumas de oro que se mantenían depositadas nunca bajaban de un determinado nivel. Esta circunstancia dio lugar un tiempo después a la idea de prestar el monto que excedía ese nivel mediante la emisión de más certificados de depósitos; es así como nacen las primeras manifestaciones de un sistema bancario moderno.
El hecho de prestar el dinero de sus depositantes es lo que genera mayor rentabilidad a un banco, pero también aquello que implica un riesgo para el sistema financiero. Es por ello que estas entidades están fuertemente reguladas como una manera de generar condiciones de fiabilidad y transparencia. Si los bancos se viese incapacitados de cobrar los créditos otorgados y por esta circunstancia los depositantes se viese imposibilitados de sacar sus ahorros, todo el sistema colapsaría como un castillo de naipes. Es por ello que los banco centrales de los países, los prestamistas de última instancia vinculados a los estados, obligan a los demás bancos a que dejen una parte de los depósitos sin prestar; mientas mayor sea el monto, la tasa de interés de préstamos tenderá a subir, pero también será más la seguridad existente.