La devaluación es la pérdida de valor de una moneda local contra divisas. Se produce cuando la existencia de divisas en el banco central se reduce considerablemente en relación a la moneda doméstica. Esta circunstancia puede producirse por una corrida cambiaria, esto es, por el hecho de que muchos agentes económicos busquen cambiar moneda doméstica por extranjera. Así, el banco central de un país, que cambiaba divisas por un número determinado de moneda doméstica aumenta este número; es lo que se conoce como tipo de cambio. No obstante, existe una distinción entre una devaluación nominal y una devaluación real; la primera es anodina, mientras que la segunda tiene como ventaja el aumento de la competitividad en la medida que los precios locales bajan si se los mide en moneda extranjera.
Existen determinados desequilibrios que pueden impulsar una devaluación. En ocasiones la inflación interna en un lapso de tiempo es superior a la devaluación en el mismo período. Esta circunstancia significa que en el país en cuestión existe inflación en dólares, situación que deriva en una falta de competitividad. Este hecho puede deberse, por ejemplo por la existencia de un déficit fiscal financiado con emisión monetaria. La moneda extranjera queda barata con respecto a los demás precios de la economía, puesto que quedó retrasada con respecto al aumento de los demás activos del mercado. En este contexto, una corrida cambiaria es una posibilidad latente. Para aliviar esta situación, el banco central del país suele modificar el tipo de cambio, encareciendo la moneda extranjera para evitar o mitigar la corrida.
No obstante, la devaluación puede ser inefectiva si consecuentemente con esta no se aumenta la tasa de interés. Así, el banco central suele emitir letras a una tasa de interés elevada para que los agentes económicos le presten dinero y se seque la plaza de billetes. Esto significa que por un tiempo existirá menos moneda doméstica circulando, para evitar que la devaluación se traslade a precios. En otras palabras, se trata de que la devaluación, además de ser nominal (el banco central cambia más unidades de moneda doméstica por moneda extranjera) sea también real (los bienes locales valen menos medidos en moneda extranjera). En efecto, cuando el banco central induce una devaluación, automáticamente todos los precios de la economía aumentan en alguna proporción, puesto que nadie quiere ver desvalorizados sus activos, encareciéndose estos nuevamente en dólares; es por ello que, al quietar circulante, se evita este efecto, aunque se resiente la actividad.