Los afijos son partículas lingüísticas, por lo general de una o dos sílabas, que se añaden a una raíz (también llamado radical o lexema) para agregar información a una palabra, a lo que se identifican los prefijos (como primer elemento), infijos (como componente de ensamblaje ubicado en medio) y sufijos (para la terminación).
Diferencia entre las tres categorías de afijos según la posición y ejemplos
Los prefijos se encuentran al inicio de la palabra y por lo tanto anteceden al radical, un ejemplo sería el término des-tapado, donde el prefijo des- indica la ausencia de algo, en este caso algo que no está tapado y que, por lo tanto, estaría destapado. Pasa lo mismo con las palabras desafinado, desayunar, descompuesto y demás. Podemos ver otro ejemplo de prefijo en la palabra im-posible que indica lo opuesto a lo posible, otras palabras con este mismo prefijo serían improbable, impenetrable, impaciente, etc.
Los infijos, también llamados interfijos, se encuentran en medio de las palabras, más precisamente, se insertan dentro de la raíz y se caracterizan porque no aportan significado a la palabra a la que se agregan, sino que simplemente ayudan en la conexión entre una raíz y un afijo para que suene más natural o correcto. Por ejemplo, en panadería encontramos los morfemas: pan-ad-ería donde el primero corresponde a la raíz, el segundo sería un infijo y el último corresponde a un sufijo.
Los sufijos se encuentran al final de una palabra y por lo tanto suceden al radical, un ejemplo sería el término antropo-logía donde el sufijo -logía, procedente del latín «logos», indica el estudio o la ciencia de algo, en este caso, el estudio del ser humano. Pasa lo mismo con las palabras geología, filología, arqueología, radiología, etc. Otro ejemplo de sufijo podría ser el -dor en palabras como pesca-dor, frei-dor, conoce-dor, conductor y demás, donde el sufijo denota a un agente del verbo, es decir a quien ejecuta la acción, el pescador es aquel que pesca, el freidor es aquel que fríe, etc.
Morfemas y afijos
Al hablar de afijos es fundamental detenerse en el apartado de la morfología y reconocer el término morfema, entendido como la unidad mínima de la lengua con significado.
Si intentamos dividir una palabra, lo podemos hacer por los sonidos (fonemas) que lo conforman como /p/ /a/ /t/ /o/, pero estos sonidos no tienen significado por sí mismos hasta que los unimos y formamos un concepto conocido. Otra forma de dividirla sería por sus sílabas (PA-to), pero estas tampoco poseen significado por sí mismas; “PA” de manera aislada o “to” de manera aislada no nos dicen nada sino hasta que las unimos. Entonces, al hacer la división por morfemas tendríamos, por ejemplo, pat-o donde la primera parte de la palabra correspondería a su raíz y la segunda indicaría el género y número de la palabra (masculino y singular).
Sabemos que pat- es la raíz de la palabra porque a partir de ella podemos obtener muchas más, pero esta primera parte no cambiará: pat-os, pat-itos, pat-otes. Vemos entonces por qué el morfema es la unidad mínima de la lengua con significado dado que “pat” hace referencia a aquello que tiene que ver con patos y por ello podemos obtener muchas palabras a partir de ella.
De la misma forma, cuando vemos una -s al final de una palabra en español, por lo general sabemos que ese morfema está indicando un plural, aunque no es así en todos los casos, pero sí en varios.
Morfemas gramaticales/gramemas y derivativos
A diferencia de los afijos, los morfemas gramaticales o gramemas y los morfemas derivativos no se clasifican por su posición, sino por el significado que aportan a la palabra.
Los morfemas gramaticales agregan a las palabras características de género y número, en el caso de los sustantivos, y de modo, tiempo, persona y número, en el caso de los verbos. Por ejemplo, en gat-o, gat-o-s, gat-a, gat-a-s, tenemos la raíz gat- acompañada de diferentes gramemas que le dan características de masculino o femenino y singular o plural.
También vemos este tipo de morfemas en los verbos dado que sus conjugaciones dan cuenta de tiempo, modo, persona y número. Por ejemplo, en cocinábamos tenemos los morfemas cocin-ába-mo-s que corresponderían al lexema (o raíz) más los gramemas de tiempo y modo, persona y número respectivamente.
Existe un gramema conocido como gramema cero que indica una característica gramatical por la ausencia de morfema, es decir, en la palabra mariposa la ausencia de la -s nos indica un gramema que da cuenta del número singular. No hay un morfema que nos indique el singular, sino que lo observamos por la ausencia del plural, a eso se le conoce como gramema cero.