Para introducir una definición general, podemos decir que un organismo adaptado es aquel que se ajusta al ambiente en el que se encuentra. Sin embargo, el término ‘’adaptación biológica’’ puede referir a varios significados dentro de la biología. Así, podemos diferenciar entre la adaptación fisiológica y la adaptación en términos evolutivos, que no deben confundirse, ya que hacen referencia a conceptos bien distintos. Al mismo tiempo, la palabra adaptación se aplica al respecto de las más variadas situaciones que se relacionan con un organismo vivo, independientemente del grado de capacidad/cambio experimentado, con una especial dedicación en el campo de la Psicología a partir del estudio del comportamiento del ser humano.
Adaptación fisiológica (o aclimatación)
La adaptación fisiológica, también denominada ‘’aclimatación’’, se refiere a los cambios y procesos que ocurren en el transcurso de la vida de un organismo individual, con la finalidad de mantener la homeostasis frente a condiciones ambientales variables. Son cambios a corto plazo, compensatorios.
Por ejemplo, si normalmente vivimos en una ciudad que se encuentra a nivel del mar, y nos vamos de vacaciones a la montaña, a un lugar con mucha altitud (y, por lo tanto, menor concentración de oxígeno en el aire), al principio nos sentiremos cansados y con agitación al respirar, pero con el transcurso de los días, notaremos que ese malestar se supera, y nos hemos adaptado. Lo que ocurre es que, ante la menor concentración de oxígeno en el ambiente, nuestro organismo reacciona produciendo un mayor número de glóbulos rojos para aumentar la eficiencia en el transporte de oxígeno y así compensar el cambio ambiental al que nos enfrentamos.
Otro ejemplo que podemos mencionar es la adaptación de nuestros músculos ante el trabajo físico: cuando entrenamos consistentemente, las fibras musculares que presentan un aumento en la exigencia de trabajo reaccionan aumentando su tamaño gradualmente.
Estos cambios fisiológicos son reversibles (ya que cuando cambiamos de ambiente pueden volver a modificarse hacia su estado original), y, a diferencia de los que veremos en la sección siguiente, no son heredables.
Adaptación en términos evolutivos
La adaptación biológica en términos evolutivos hace referencia a los cambios, ya sean morfológicos, comportamentales, o fisiológicos, que se producen en los individuos de una población en el transcurso de muchas generaciones. Estos cambios, a diferencia de las adaptaciones fisiológicas o aclimataciones mencionadas en la sección anterior, son permanentes durante la vida del individuo, y son heredables a la descendencia.
La adaptación biológica en términos evolutivos se produce como resultado de la selección natural, es decir, de la presión que ejerce el ambiente sobre las características de los individuos de una población, favoreciendo la perpetuación (hacia las siguientes generaciones) de aquellas que permitan un mayor rendimiento reproductivo. Es decir, bajo estos términos, los individuos que se adapten mejor al entorno tendrán más probabilidades de reproducirse y de transmitir sus características favorables hacia las generaciones siguientes. Con el transcurso de cientos/miles/millones de años, este proceso va determinando que algunas características se pierdan dentro de la población, mientras que otras surgen y prosperan.
De manera habitual, se utiliza el término ‘’adaptación’’ para hacer referencia, no al proceso de cambio, sino a las características en sí mismas que han prosperado como resultado de la selección natural.
Tipos y ejemplos de adaptaciones biológicas
En términos evolutivos, podemos diferenciar entre tres tipos de adaptaciones biológicas, que pueden ser incentivadas por cambios en el ambiente físico, o bien por interacciones interespecíficas. Se detallan a continuación:
– Adaptación funcional o fisiológica: Se refiere a cambios en el funcionamiento de los procesos internos del organismo. Por ejemplo, las poblaciones de cucarachas desarrollan resistencia a los insecticidas, cuyos fabricantes deben reformular periódicamente. Otro ejemplo lo dan algunas plantas que han desarrollado la capacidad de producir toxinas que impiden que otras plantas crezcan en sus cercanías, reduciendo así la competencia por los nutrientes y el agua presentes en el suelo.
– Adaptación estructural o morfológica: Son cambios físicos en las estructuras corporales del organismo, como el desarrollo de pulmones que permiten respirar en el ambiente terrestre, alas que permiten volar, o aletas que permiten nadar en el agua, entre otros. Como ejemplo particular, podemos mencionar el pico del colibrí, que se adapta perfectamente a la forma tubular curva de las flores de las cuales recolecta el néctar. Otro ejemplo clásico es el de las espinas de los cactus. Se trata de una modificación adaptativa de las hojas que le permite a este tipo de plantas crecer y vivir en ambientes calurosos con escasez de agua.
– Adaptación comportamental o etológica: Se refiere a cambios en la manera de actuar y relacionarse con el entorno de los organismos. Como ejemplos, podemos mencionar modificaciones en los rituales de apareamiento, en las formas de buscar y conseguir el alimento, en las formas de comunicación, entre otros.