Entre 1976 y 1983, se instaló en la Argentina una dictadura militar que llevó a cabo un plan sistemático de desaparición de personas. Este plan implicaba el secuestro y la apropiación de los hijos de los desaparecidos, muchos de ellos nacidos en cautiverio. Si bien los mecanismos de protesta estaban anulados por la dictadura, en octubre de 1977, un grupo de mujeres comenzó a organizarse para pedir información acerca de sus nietos desparecidos.
Ellas, no se limitaron a la vía judicial, sino que realizaron investigaciones propias y se movilizaron para solicitar ayuda de organismos internacionales, ejerciendo la protesta de forma autónoma y sin estar respaldadas por ningún partido político.
La lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo se transformó en un símbolo de defensa de los derechos humanos a nivel nacional e internacional. Hasta el momento han logrado recuperar la identidad de 130 nietos y nietas desparecidos en dictadura.
Origen de Abuelas de Plaza de Mayo
La última dictadura militar argentina (1976-1983) se caracterizó por la práctica sistematizada de desaparición forzada de personas. Esto fue posible porque se aplicó el terrorismo de Estado, se destituyó al Parlamento, se sometió al poder judicial, se suprimieron las libertades públicas y se intervinieron los sindicatos. De esta forma, la represión y la anulación de las instituciones defensivas del Estado generaban que la población no pudiera reclamar ni manifestarse abiertamente.
A pesar de las dificultades, un año después de la instalación del golpe de Estado, el sábado 30 de abril de 1977, familiares de las personas desaparecidas comenzaron a marchar alrededor de la Pirámide de Mayo, pues circular no era un delito. Así, ejercieron un tipo de resistencia no violenta que se repitió cada jueves a las tres y media de la tarde.
Si bien participaban hombres, la mayoría eran mujeres. Ellas habían ido conociéndose en las comisarias, en las antesalas de los ministerios o en la vicaria mientras buscando información respecto de sus familiares desaparecidos. En un principio, las Madres de Plaza de Mayo se reconocían entre sí llevando un clavo, luego el símbolo mutó al pañuelo blanco en la cabeza que aún conservan para identificarse. A medida que se avanzaba en la lucha los reclamos personales se fueron diluyendo: se dejó de lado la búsqueda individual y se dio paso a una lucha en conjunto por todos los hijos.
Un grupo de las Madres, doce mujeres que tampoco sabían el paradero de sus nietos, se organizaron y, en octubre, presentaron un habeas corpus colectivo en que se manifestaba la desaparición de los hijos de los adultos desaparecidos, a la vez que se pedía la suspensión de las adopciones. Ese fue el momento fundacional de las Abuelas de Plaza de Mayo, quienes inicialmente se autodenominaron “Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos”. Ellas, sin dejar de pedir por la aparición de sus hijos, instalaron una nueva problemática, a la vez que entendieron que la desaparición de niños era parte de un plan diferente y, por lo tanto, era necesario aplicar estrategias diferentes para recuperarlos.
Acciones de las Abuelas
En principio, las Abuelas simulaban reuniones de señoras en lugares públicos como iglesias o cafeterías y se pasaban la información que iban obteniendo. Es importante destacar que, antes de conformar su movimiento, ninguna de las Abuelas tenía militancia política, aunque algunas sí tenían una conciencia política formada.
Su tarea inicial fue la de armar un listado de sus familiares desaparecidos, indicando en cada caso si la persona estaba embarazada o si tenía hijos desaparecidos. Se estableció la fecha estimada de nacimiento de cada bebé y, en algunos casos, se anotó también el sexo y el nombre. La idea era presentar esta información en organismos nacionales e internacionales para pedir ayuda.
Además de su movilización para lograr el reconocimiento de otros organismos, también llevaron a cabo la investigación directa para averiguar dónde estaban sus nietos. Así, armaron un sistema de inteligencia: recorrieron juzgados de menores, casas cuna y orfanatos, analizaron incoherencias en las adopciones o nacimientos extraños de la época, visitaron hospitales, y tomaron fotos de niños en establecimientos educativos, entre otras estrategias. Luego, esa información era compartida entre todas y la analizaban colectivamente.
Entre 1980 y 1983, las Abuelas reconocieron el paradero de cuatro nietos desaparecidos: los hermanos Julien Grisonas y las hermanas Britos. En los dos casos, las familias adoptantes colaboraron con la restitución de su identidad.
130 nietos identificados: Método del Índice de Abuelidad y avances
Para 1983, la dictadura argentina cayó y se vivió el retorno a la democracia. A partir de ese momento se hizo posible realizar un juicio real, pero el problema era que no había pruebas suficientes para determinar quiénes eran los nietos, ya que aún no existían métodos para conocer la filiación en ausencia de los padres.
Así, las Abuelas recurrieron a la Sociedad Americana para el Avance de la Ciencia de los Estados Unidos pidiendo por un método que pudiera determinar la filiación de una persona sin la presencia de los padres. El resultado de la investigación, desarrollada por los científicos Mary-Claire King y Cristian Orrego, fue la creación del “índice de abuelidad” por el cual se puede saber con un 99,99% de certeza la filiación de una persona.
Este método se aplicó por primera vez en 1984 y, mediante el mismo, se logró la restitución de la nieta Paula Eva Logares. Posteriormente, mediante la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos de Argentina (en el que figuran los mapas genéticos de las familias con niños desaparecidos) se logró un gran avance en materia de restitución. Hasta el momento se ha recuperado la identidad de 130 nietos y nietas.
Ademas de lo mencionado, las Abuelas de Plaza de Mayo son grandes referentes a nivel nacional e internacional en materia de defensa de los derechos humanos, el derecho a la identidad y los derechos de las infancias.