Se denomina vivencia a una experiencia de vida que deja huellas en una persona de modo perdurable. Las vivencias pueden ser de lo más variadas y propias de los campos más diversos, pero se caracterizan por el aprendizaje que dejan a un nivel profundo. En efecto, tal es su importancia que muchas corrientes dentro del plano de la psicología se fundamentan en el hecho de realizar un análisis de estas experiencias para determinar algunas razones de la conducta actual de un paciente determinado. Cuando se logra una terapia satisfactoria, la persona suele reelaborar estas situaciones de modo tal que sean positivas y le ayuden en sus situaciones cotidianas en vez de ser un óbice para un desarrollo posterior.
El ser humano, al ser capaz de estar continuamente comprendiendo incorpora continuamente información que le provee el mundo a la par que la resignifica y reelabora. Algunas de estos aprendizajes se realizan en un plano más superfluo y otros en un plano más profundo. Así, por ejemplo, el aprendizaje que se logra de una lectura tiene mucho menor impacto que el que se logra de un evento traumático. En el mismo orden, un conjunto de experiencias placenteras dejan una huella que una mera lectura o explicación no suele poder replicar.
Estas circunstancias expuestas se deben fundamentalmente al hecho de que en una vivencia intervienen, además del plano lógico y racional, el plano emotivo y más primitivo en el hombre. En efecto, si establecemos un paralelo con los animales, estos carecen de raciocinio en sentido estricto, pero son capaces de aprender, en especial los mamíferos. Así, los animales (y el hombre también) establecen reflejos ante determinadas experiencias, una forma básica de asociar eventos y realizar una suerte de aprendizaje; en este sentido, las célebres experiencias de Pávlov y su perro pueden garantizar una buena ejemplificación de estas relaciones entre estímulos y respuestas; mediante distintas experimentaciones se pudo comprobar que un perro no solo salivaba ante la presencia de comida, sino también ante la presencia de la persona que le proveía de ésta o de situaciones que pudiesen estar relacionadas con este hecho.
Si observamos nuestra existencia cotidiana, podemos observar que esta valoración de las vivencias como aprendizaje está fuertemente presente en muchas situaciones. En efecto, en el mercado laboral, la experiencia en un determinado ramo o rubro es tanto o más valorada que el mero aprendizaje formal en un establecimiento educativo. Este hecho se fundamenta en que el aprendizaje obtenido por la experiencia garantizará un mejor desempeño en las tareas a realizar.