Un virreinato es una división territorial dependiente de un reino. Está gobernada por un virrey, quien es el representante del monarca en ese territorio. Fue la fórmula aplicada en América por la corona española para gobernar sus posesiones territoriales en el continente.
Ejemplos dados por los virreinatos americanos
Aunque en el momento del descubrimiento de América el virreinato era una forma de gobierno ajena para Castilla, ya había sido aplicada por algunos reinos europeos como Portugal o Aragón. Este último, por ejemplo, lo había adoptado para administrar sus territorios en el Mediterráneo.
Cuando Cristóbal Colón negoció las condiciones de su viaje con los Reyes Católicos, logró que se le asignara, entre otros títulos, la condición de virrey de los territorios descubiertos, tal y como quedó estipulado en las Capitulaciones de Santa Fe. Se formó, por tanto, un primer virreinato conocido con los nombres de Virreinato Colombino o Virreinato de las Indias, el cual abarcaba las islas antillanas descubiertas por el Almirante. El título de virrey lo van a heredar sus descendientes, pero este y otros títulos van a ser motivo de pleito con la Corona debido al excesivo poder que tenían los Colón. En 1536, finalmente, se les retirará el título de virrey y se disolverá el primer virreinato americano.
No obstante, la Corona española, a lo largo de la historia colonial, va a instaurar otros cuatro virreinatos para administrar los territorios americanos. Primero, en el siglo XVI, va a fundar los virreinatos de la Nueva España y del Perú. Más tarde, en el siglo XVIII, debido a la ampliación de los territorios y el surgimiento de ciertas tensiones en el interior de los virreinatos, va a instaurar otros dos virreinatos que se escinden del Virreinato del Perú: el Virreinato de la Nueva Granada y el Virreinato del Río de la Plata.
• El Virreinato de la Nueva España se creó en 1535 para administrar el territorio de Centroamérica (exceptuando el actual Panamá), México, las islas antillanas y el sur de Estados Unidos, además de las islas Filipinas, Marianas y Carolinas en el Pacífico. Su capital estaba en Ciudad de México.
• El Virreinato del Perú se fundó en 1542; abarcaba el grueso de Sudamérica, exceptuando los territorios portugueses del Brasil, las Guayanas y la costa venezolana. Lima era su capital.
• El Virreinato de la Nueva Granada se formó en 1717 y tenía su capital en Santa Fe de Bogotá. A pesar de que se suprimió en 1723, se refundó en 1739. Incluía los territorios de las audiencias de Quito, Santa Fe y Panamá, así como algunas capitanías en Venezuela.
• El Virreinato del Río de la Plata se creó en 1776 y abarcó el territorio de lo que hoy es Argentina, Uruguay, Paraguay y parte de Chile, Bolivia y Perú. Su capital fue Buenos Aires.
Organización del virreinato
El gobierno de los virreinatos quedó en manos del virrey. Además, el virreinato contaba con una serie de instituciones que se ocupaban de distintos aspectos de la administración del territorio. La Real Audiencia se ocupaba de los asuntos judiciales, mientras que la Real Hacienda hacía lo propio con la recaudación de tributos. Para fines militares, se dividió el territorio en capitanías. A su vez, el gobierno local quedó en manos de cabildos y alcaldes.
Estas instituciones quedaron bajo la observación de los visitadores, enviados de la Corona para supervisar su actuación. En el siglo XVIII, la Corona, en un intento por aumentar su control en las colonias, creó una nueva demarcación territorial, las intendencias. El intendente asumió muchas de las funciones que hasta entonces habían ejercido las anteriores instituciones en materia gubernamental, judicial, militar y económica.
La figura del Virrey
Salvo contadas excepciones, el cargo de virrey solo fue ocupado por peninsulares; es decir, españoles nacidos en la Península Ibérica. También provenían de un estrato social elevado: eran letrados, caballeros de alto rango y, en algunas ocasiones, eclesiásticos. A partir del siglo XVII, encontramos también a algunos militares.
El virrey era el representante del rey en el territorio y, por tanto, era la máxima autoridad por debajo del monarca. Como tal, tenía algunas prerrogativas: disponía de trono, corte, guardia, bastón de mando y, además, ostentaba el blasón de las armas reales. Sus funciones fueron, ante todo, gubernamentales, aunque también era presidente de la Real Audiencia, Capitán General, superintendente de la Real Hacienda y tenía la potestad de nombrar cargos tanto civiles como eclesiásticos.
Referencias bibliográficas
• Bernard Lavallé (ed.) (2019): Los virreinatos de Nueva España y del Perú (1680-1740). Madrid: Casa de Velázquez.• Lewis Hanke y Celso Rodríguez (1976-1980): Los virreyes españoles en América durante el gobierno de la casa de Austria. Biblioteca de Autores españoles, vols. 233-237. Madrid: Atlas.