Si pensamos en la idea de viajar, viene a la mente descubrir algo diferente a nuestra forma de vivir. Actualmente los viajes se realizan con una intención vacacional, para disfrutar de nuestro tiempo de ocio en un sitio distinto al que vivimos.
Cuando la Tierra era un planeta con grandes extensiones desconocidas, algunos individuos tenían la curiosidad de conocer esos territorios. Realizaban viajes de exploración motivados por razones diversas: conocer nuevas rutas, por curiosidad intelectual y científica, por ampliar los dominios de un país, por motivos comerciales o con la intención de superar un reto.
El listado de los viajes de exploración sería muy amplio, pero hay algunos que tienen un especial valor. Cristóbal Colón descubrió el continente americano en el siglo XV. Y en su época hubo otros grandes exploradores: Pizarro, Cortés, Magallanes, Elcano, Américo Vespucio… Todos ellos fueron explorando nuevas rutas de América. El resultado de sus viajes tuvo implicaciones muy diversas; tanto en el equilibrio político de las potencias, como en la economía, la mentalidad y los avances científicos.
El continente africano tenía un gran enigma: conocer las fuentes del Nilo, y fue el explorador Livingstone quien las descubrió. Tanto el Polo Sur como el Polo Norte son asociados a tres exploradores: Scott, Amudsen y Shackleton, quienes llegaron a los extremos del planeta con medios técnicos todavía muy rudimentarios.
Los viajes de exploración llaman la atención porque son una conquista de la humanidad. Los exploradores son considerados como héroes, ya que se enfrentaban a lo desconocido y asumían un elevado riesgo. No hay que olvidar que en el pasado el conocimiento técnico era limitado y una exploración a nuevos lugares significaba superar todo tipo de dificultades.
Cada uno de los viajes de exploración ha supuesto un mayor dominio del planeta. En cada aventura había una motivación especial ( por ejemplo los viajes de James Cook en el siglo XVlll pretendían ampliar la influencia del Imperio británico ). Sin embargo, aparecían otros aspectos que también resultaban relevantes y que ampliaban los conocimientos de la humanidad: nuevas lenguas, tradiciones distintas o una manera diferente de entender la vida.
El último viaje de exploración de especial relieve fue en 1969 cuando los astronautas Armstrong, Aldrin y Collins llegaron a la Luna.
Como el ser humano avanza porque se plantea nuevos retos, los próximos viajes de exploración tendrán que ser en algún lugar del Universo.