A principios del siglo XX irrumpieron en la escena cultural y artística dos acontecimientos que marcarían el rumbo del arte en sus distintas manifestaciones: la difusión de los planteamientos de Freud sobre la mente humana y una serie de movimientos vanguardistas que propugnaban una nueva concepción de la creatividad.
Orígenes del surrealismo
Hacia el año 1916 el poeta francés André Bretón entra en contacto con los postulados freudianos y, por otra parte, conoce la poesía de Apollinaire. Tanto Freud como Apollinaire tenían interés en una dimensión de la realidad llena de enigmas: el mundo de los sueños. En los sueños se expresa nuestro inconsciente, el ámbito de la mente humana que no está sujeto a la racionalidad. Así, el mundo onírico y el pensamiento irracional y automático son los elementos que conforman el surrealismo como movimiento artístico.
Bretón y otros creadores redactaron en 1924 el primer manifiesto surrealista, en el que defienden las asociaciones mentales libres como forma de expresión artística. Por otra parte, los surrealistas se inspiran en las obras del pintor El Bosco del siglo XVl (por ejemplo, El Jardín de las Delicias), en Giorgio de Chirico, un pintor que juega con la ilógica de los sueños y crea paisajes imaginarios o en el mundo creativo de Salvador Dalí. Hay que destacar que los surrealistas también se fijaron en la actitud provocadora del dadaísmo, un movimiento de vanguardia que va en contra del pensamiento lógico y defiende la libertad individual y la espontaneidad.
Planteamiento general
El surrealismo parte de la idea de que hay otra realidad, es decir, una superrealidad. Esta dimensión de lo real no es evidente, pues se trata de algo misterioso. Dicho en otras palabras, la realidad absoluta es una combinación de realidad y sueño.
El surrealismo como movimiento cultural adopta una postura rebelde y se opone a la clásica relación entre causa y efecto, al convencionalismo y a la resignación. Su propuesta artística defiende la pureza de la mente infantil y propugna combatir todo aquello que adormezca el cerebro.
Los surrealistas cuestionan el papel de la lógica, de la abstracción y el predominio de lo intelectual sobre la imaginación, pues se trata de planteamientos que frenan la libertad artística y creativa.
El planteamiento del surrealismo defiende ir más allá de las distinciones clásicas: lo bello y lo feo, el bien y el mal o lo verdadero opuesto a lo falso. En su búsqueda de otra realidad, apuesta por lo azaroso y lo antidogmático. En este sentido, el artista surrealista es un saboteador de las reglas y un inconformista y, muy especialmente, un individuo que critica los valores que impregnan la cultura occidental.
Las inquietudes del surrealismo influyeron notablemente en escritores como Federico García Lorca o Pablo Neruda y en cineastas como Luis Buñuel o Federico Fellini.