Se denominan sentimientos a estados anímicos y experiencias internas que afectan a las personas ante un determinado suceso, ya sea actual o revivido por medio de los recuerdos. La dinámica de los sentimientos ha sido estudiada con detenimiento por diversas escuelas psicológicas, llegando a conclusiones dispares en función de lo difuso que representa el objeto de estudio. Los sentimientos pueden también calificarse como reacciones básicas que se tienen y que nos orientan instintivamente a un proceder o a otro.
Históricamente se ha puesto una dicotomía entre la función de los sentimientos y los de la razón, en la medida que se torna imposible esbozar un conocimiento firme y claro de una determinada cuestión o tópico. No obstante, puede referirse que los sentimientos, en la medida en que son experiencias que se reviven del pasado ante sucesos determinados, son consecuencia de una nivel de cognición paralelo al de la razón (aunque, por supuesto, relativo a éste en el hombre).
Un término que se ha utilizado con frecuencia como sinónimo de “sentimiento” dentro de la tradición filosófica, es el de “pasión”. Este deriva de una expresión latina que refiere a un sentimiento de dolor por un deseo intenso por una cosa o persona. Ya desde la antigua Grecia se hicieron celebres reflexiones sobre el papel de los sentimientos en la identidad del hombre, especialmente bajo las lecciones de Platón y Aristóteles. Luego, con el advenimiento del cristianismo, estas valoraciones se tuvieron en cuenta para indagar en la influencia que las experiencias emocionales tienen en el hombre con respecto a la moral, especialmente en las obras de Santo Tomas; estas no serían necesariamente buenas ni malas, sino en función a su orientación con respecto a la razón y la inclinación del hombre a la consecución del fin último para el que fue creado, el bien infinito, Dios. Otros pensadores que siguieron hilvanando sobre este área de la experiencia humana son Hume, Descartes, Spinoza, Kant, Schopenhauer, etc.
En la actualidad, existen gran cantidad de tratamientos a partir de enfoques teóricos distintos en lo que respecta a la elaboración de los sentimientos por parte de las personas. En efecto, la existencia de experiencias negativas y los sentimientos asociados a ellas pueden hacer que una persona se vea afectada en sus relaciones sociales. En estos casos, hacer una buena elección del tratamiento como de la persona que lo guiará es de suma importancia, siendo la empatía una condición indispensable para la llegada a buen puerto.