Se denomina riesgo la posibilidad de sufrir algún perjuicio o ser víctima de alguna amenaza. Este puede adoptar numerosas formas ya sea para instituciones o personas. Es por ello que suele referirse al riesgo en distintos ámbitos, como posibilidad de sufrir un percance negativo en ellos. El riego, o mejor dicho, la percepción de riesgo es un elemento importante en el comportamiento humano. Este es especialmente estudiado en lo que respecta a finanzas y a distinto tipo de operaciones económicas. Puede decirse que el hombre por naturaleza tiene aversión al riego y solo lo afronta cuando percibe una posibilidad de beneficio a obtener.
En los cuentos de hadas o en distintas mitologías se retrata con recurrencia la figura del héroe como un personaje que afronta peligros sin reparar en ellos. Lo cierto es que si se considera este lugar común, puede evidenciarse que al héroe lo mueve un determinado motivo que pone en segundo plano cualquier riesgo a considerar. Así, generalmente la motivación recae en la solución de un determinado conflicto, la solución a un determinado problema que significaría una existencia más apacible. Esta consideración nos posibilita la comprensión de cómo funciona el riesgo en la toma de decisiones. El riesgo puede asumirse siempre y cuando sea justificable en términos de beneficios, de lo contrario el hombre suele retraerse de una acción.
Este tipo de consideraciones son exactamente las que se utilizan en el mundo de las finanzas. Cuando una determinada inversión es riesgosa, lo que se espera es que su retorno sea mayor. Si una vez considerada la posibilidad de perder dinero y la posibilidad de ganancia se concluye que esta última es de poca monta para el riesgo a asumir, esa inversión debe dejarse de lado. Lo mismo sucede con la concesión de préstamos: un deudor con un historial de mora relevante deberá pagar más intereses por una deuda determinada que un deudo que siempre haya cumplido con sus obligaciones con solicitud. Esto se debe a que el préstamo destinado al primero se considera de un riego superior y solo se está dispuesto a afrontarse si en contrapartida se obtiene un interés superior. La misma situación puede percibirse con los países, cuando colocan deuda en el mercado de capitales: aquellos considerados como deudores menos riesgosos obtendrán una tasa menor que los considerados de alto riesgo. Es por ello que algunos consideran la tasa de interés “el precio de la confianza”