Es imposible hablar hoy en día en las sociedades occidentales de un sólo tipo de vínculo de pareja ya que estas relaciones se han reconfigurado de modos impensados, llegando a aceptarse y a ser parte cotidiana de nuestras vidas formas que antes eran entendidas como sacrílegas, humillantes y que nunca debían llevarse a cabo.
Una de las actitudes cada vez más comunes es la de establecer relaciones abiertas entre personas de distinto o del mismo sexo con fines románticos, sexuales o incluso de pura emocionalidad. No hay límites establecidos para que cada uno encuentre lo que más lo satisfaga.
La relación abierta: el demonio del matrimonio
Durante casi toda la existencia humana, la institución del matrimonio se ha colocado en el lugar de la máxima perfección y entrega posible entre dos personas (obviamente, de distinto sexo ya que no fue hasta hace muy poco que empezamos a hablar de matrimonio entre personas del mismo sexo). El matrimonio implicaba una unión indisoluble que permitía la subsistencia humana y que luego fue tomada por gran parte de las religiones como una prueba de comportamiento moral y ético.
Los matrimonios nunca fueron iguales y muchas veces cambiaron con las sociedades y con el pasar del tiempo. Sin embargo, una de las cosas que nunca cambió fue la idea de pensar que el matrimonio era la única forma en la que una sociedad podía perpetuarse. Allí es donde la noción de una relación abierta sin compromisos y sin demasiadas exigencias no podía tener lugar, ni siquiera era pensada, al menos oficialmente.
¿Qué entendemos por relación abierta?
Cuando hablamos de una relación abierta, estamos haciendo referencia a un tipo particular de vínculo que no implica necesariamente un gran compromiso ni tampoco grandes exigencias.
Una relación abierta significa que dos personas que se eligen y disfrutan pasar tiempo juntos, explorar la sexualidad, compartir y crecer también sienten la libertad de hacer eso con otras personas al mismo tiempo. Esto es muchas veces un ideal difícil de comprender para estructuras que han regido en las sociedades desde hace milenios y que no son, en realidad, más que creaciones culturales del ser humano.
Las relaciones abiertas pueden implicar cierta madurez que tenga que ver con que las personas se conozcan más a sí mismas y acepten que no pueden comprometerse con una sola persona, permitiéndose conocer a varias personas al mismo tiempo.
Los cuestionamientos a la idea de relación abierta
Aunque es normal que las personas se vean obligadas a formar parejas monogámicas que luego no pueden mantener por la presencia de diferentes estímulos (o tal vez por la misma naturaleza humana), hay muchas cosas que hacen cuestionar a la idea de una relación abierta de modo tal que nadie se plantee realmente construir una.
Desde las iglesias, los Estados, la moralidad y otros elementos se concientiza a las personas a que una relación abierta es un pecado o, cuando menos, imposible de sostener debido a que uno sólo puede establecer lazos de amor y compañía con una persona, cuando eso es algo que uno construye social pero también individualmente.