La tecnología que utilizamos tiene su propia historia y en el caso de la entrada que aquí se describe vale la pena hacer mención a ella. A finales del siglo XlX, una serie de científicos ( singularmente el italiano Marconi ) empezaron a experimentar con la propagación de ondas como sistema de comunicación. Estos ensayos se concretaron finalmente en un nuevo invento, la radio. En principio, su aplicación tuvo un carácter principalmente militar, aunque rápidamente se utilizó como medio de comunicación de masas y en nuestros días sigue utilizándose como medio de información.
La radiofrecuencia se divide en la diversa intensidad de las bandas electromagnéticos, las cuales van desde la radiación en su nivel inferior ( los rayos x, por ejemplo ) hasta las ondas de mayor longitud, como las que se emiten en la radio. Esta gran variedad de la longitud de onda hace que se denomine espectro, puesto que abarca una gran amplitud en cuanto a sus niveles de intensidad.
Esta tecnología supuso un gran avance, sobre todo en el ámbito de la comunicación, puesto que los principios de la radiofrecuencia son los que se emplean en la mayoría de sistemas en la transmisión de la información, ya sean audibles o sonoros.
Los radares son también una de las aplicaciones concretas de la radiofrecuencia y se utilizan en múltiples áreas: astronomía, aviación, navegación marítima o los controles de tráfico.
Además de la comunicación, los principios de la radiofrecuencia se plasman en campos muy diversos, como la industria o la medicina. Incluso en nuestras cocinas empleamos un electrodoméstico, el microondas, cuya gama de frecuencia es de 300 MHz.
Uno de los campos donde esta tecnología se ha empezado a aplicar en las últimas décadas es en el mundo de la estética. Su uso ha supuesto una revolución en los tratamientos de belleza. Cuando las ondas se emiten sobre una parte del cuerpo, se produce un calentamiento de esa zona en concreto. A partir del efecto calórico que se genera es posible alterar los tejidos que se consideran imperfectos: celulitis, arrugas, estrías u otras anomalías. Un ejemplo concreto de la utilidad de la radiofrecuencia es el lifting, un estiramiento de la piel que rejuvenece el aspecto físico.
Cuando Marconi empezó a crear corriente alterna a partir de un generador conectado a una antena, no podía imaginar que estaba dando los primeros pasos encaminados a una realidad tecnológica tan potente y fructífera.