Aunque el ser humano comparte con el resto de seres vivos una estructura semejante, la razón es el elemento distintivo del hombre. Y el raciocinio es la manera de utilizar la razón.
El raciocinio tiene una base biológica evidente. La estructura cerebral del humano permite que podamos pensar. El cerebro es nuestro ordenador biológico y las relaciones sinápticas entre neuronas facilitan que la operatividad del intelecto humano no tenga límites.
Para que el raciocinio se desarrolle correctamente es imprescindible ejercitar la razón. Para ello, los sistemas educativos ponen en marcha estrategias diversas. Se estudian asignaturas diferentes, se ejercita la memoria, la comprensión, la creatividad y todas aquellas facultades intelectuales propias de la razón. En pocas palabras, se incentiva el aprendizaje, que debe desarrollarse durante años, de alguna manera durante toda la vida.
El entorno social, económico y familiar es determinante para que el raciocinio pueda desarrollarse con eficacia. Si una persona tiene unas circunstancias personales de extrema pobreza, difícilmente utilizará toda su capacidad intelectual. De manera infrecuente, hay individuos que desarrollan grandes capacidades a pesar de su contexto personal adverso.
Lo biológico, el aprendizaje y el entorno influyen en el raciocinio del individuo. Sin embargo, la motivación personal también juega un papel relevante. Alguien puede tener una capacidad intelectual dentro de la normalidad, pero el esfuerzo y la dedicación convierten lo normal en excepcional.
Cada individuo tiene unas cualidades racionales distintas. Hay casos curiosos, en los que existe una memoria fotográfica capaz de recordar miles de datos, pero que va acompañada de una notable ineficacia en otros aspectos. El raciocinio puede enfocarse hacia cualquier disciplina; unas son de tipo teórico y otras prácticas. De alguna manera, la razón se pone a prueba todos los días, porque permanentemente pensamos, resolvemos problemas, discutimos, consultamos mapas, utilizamos datos y sacamos conclusiones. El raciocinio mejora si se ejercita, al igual que la actividad deportiva.
El raciocinio tiene un enemigo, las enfermedades mentales o degenerativas, que van destruyendo lentamente todo el potencial de la razón.