La promiscuidad se define como la práctica de relaciones sexuales de forma frecuente con diversas parejas. En ocasiones, este término puede llevar aparejado un juicio moral, ya que para una gran mayoría de la población occidental las relaciones sexuales deben mantenerse sólo y exclusivamente dentro de una relación estable de pareja. Un ejemplo bastante común para comprender qué comportamiento es considerado como promiscuo dentro de una sociedad es el grado de aceptación de las relaciones de una sola noche.
Consideraciones culturales
El comportamiento sexual que puede empezar a considerarse como promiscuo varía de forma notable de una cultura a otra, siendo aplicables diferentes estándares según el género o la relación civil de una persona.
A consecuencia de ello las feministas han atacado de forma feroz el hecho de que tradicionalmente haya existido una doble moral al juzgar la promiscuidad según si el protagonista era un hombre o una mujer. A lo largo de la historia estereotipos negativos han sido asociados a las mujeres promiscuas , refiriéndose a ellas como “putas” o ”rameras”, mientras que los hombres han tenido que lidiar con estereotipos mucho más variados , aunque siempre con una clara tendencia hacia el lado positivo (“macho”, “semental”).
Sin embargo, un estudio científico publicado en 2005 concluyó que tanto los hombres como mujeres que practican la promiscuidad son juzgados con igual severidad
Idea que se ve reforzada periódicamente en encuestas que muestran que ambos géneros tienden a expresar una clara preferencia conservadora a la hora de mantener relaciones sexuales. En cualquier caso, también existen muchos estudios que muestran evidencias de la existencia de un doble estándar en materia sexual.
Por otra parte, la promiscuidad es algo común en muchas especies animales, dando pie tanto a relaciones de todo tipo, e incluso a sistemas donde no existen relaciones estables, sino que todo se limita a actos singulares entre dos individuos. Aun así, existen especies que sí mantienen lazos de pareja de forma perdurable en el tiempo, aunque exista la reproducción fuera de la pareja.
En el caso de los humanos el número de parejas sexuales a lo largo de la vida varía enormemente dentro incluso de la misma población. Los casos de promiscuidad impulsiva y descontrolada que se presentan unidos a la necesidad de tener relaciones sexuales ilícitas junto a diferentes individuos suelen ser un claro síntoma de algún trastorno de la personalidad, aunque no necesariamente todos los individuos promiscuos tienen porqué sufrir estos problemas.