Cada tipo de sociedad tiene sus propias características, un conjunto de rasgos, costumbres y tradiciones. Esta pluralidad de elementos va formando unas pautas de comportamientos singulares, una práctica social.
Existe la tentación de valorar moralmente una práctica social en función de si es propia o ajena: se entiende que es positiva si es una acción de nuestra cultura y negativamente si no lo es. Por este motivo, algunos antropólogos defienden un relativismo, es decir, no existen realmente costumbres buenas o malas, todo depende de los valores de cada sociedad. Esta tesis es discutible y por este motivo existen los derechos humanos, que deben ser una referencia válida para toda la humanidad.
Hay una práctica social común a todas las culturas: el saludo. Hay muchas maneras de realizarlo: con un ligero levantamiento de cejas, una palabra, un gesto con la mano, etc.
El componente religioso de un pueblo influye notablemente en sus prácticas sociales. En la cultura musulmana las mujeres llevan cubierto el cabello y esta costumbre resulta chocante en el mundo occidental.
La hospitalidad tiene varias maneras de manifestarse y en todos los casos expresa el respeto al visitante. En una línea similar hay hábitos para las despedidas, los enlaces matrimoniales, las festividades o las reuniones familiares. Las prácticas sociales están muy relacionadas con momentos concretos y no se trata de comportamientos fijos, sino que pueden ir modificándose con el tiempo.
Cada práctica social representa un símbolo de la identidad de un pueblo y su verdadero significado sólo lo entienden plenamente quienes forman parte de dicho pueblo. En algunas celebraciones festivas se aprecia con claridad su significado. Veámoslo con un ejemplo: la fiesta de los sanfermines en Pamplona, España. En esta fiesta popular miles de personas, preferentemente jóvenes, corren delante de un grupo de toros bravos. Si se analiza este comportamiento puede parecer absurdo, ya que los corredores se juegan la vida y, de hecho, hay accidentes graves e incluso muertos. Entonces, ¿ por qué existe esta tradición ? No hay una respuesta fácil, sino que se combinan aspectos muy diversos: una costumbre centenaria, el placer del riesgo y la intensidad de las emociones frente al peligro.
En un mundo globalizado como el nuestro, las prácticas sociales no desaparecen pero sí se transforman. En este sentido, es habitual integrar prácticas ajenas a la cultura propia. Esto es lo que ha sucedido con algunos tipos de baile, que tienen su origen en un país pero se realizan en otros. Un ejemplo es la salsa, un baile caribeño que actualmente es conocido en casi todo el planeta.