La pareidolia es un fenómeno perceptivo o psicológico que consiste en reconocer e identificar patrones o imágenes conocidas en lugares donde no existen realmente, y generalmente estos patrones son aleatorios y sin orden preestablecido. Existen muchos ejemplos de pareidolias, quizás entre los más conocidos están ver rostros humanos en las rocas o borregos en las nubes.
Consideraciones generales
La información procedente del ambiente es demasiado extensa y compleja para ser adecuadamente procesada en tiempo real, debido a ello, el cerebro tiende a procesar estímulos procedentes de información ambigua, incompleta o aleatoria e interpretarlos de acuerdo con modelos o patrones esperados.
Esto se debe a un proceso denominado “asociación – aprendizaje” o aprendizaje por asociación y que es fundamental para el comportamiento animal, puesto que gracias a este fenómeno, somos capaces de aprender de las experiencias previas y poder predecir lo que puede suceder en una situación particular.
En el caso del ser humano, el volumen, y la complejidad de la información recibida por el cerebro, y la cantidad de asociaciones que deben establecerse, son infinitamente mayores que en cualquier otro ser viviente, por eso las interpretaciones erradas son también mayores y tan complejas como conseguir mensajes ocultos en un texto, o creer que existe relación en el hecho que pensemos en una persona e inmediatamente recibamos una llamada o un mensaje de esa persona.
Todas estas tendencias a identificar patrones, mensajes, símbolos, rostros, etc., a partir de datos inconexos reciben el nombre de apofenias, y la pareidolia es un tipo de estas, que está presente tanto en seres humanos como en otros animales.
Causas de la pareidolia
La pareidolia puede ser definida como una interpretación errónea de la realidad, sin embargo, este “fallo” en el cerebro ha subsistido no solo en seres humanos sino también en otros animales, es decir, la selección natural no ha actuado en su contra. Una posible explicación de esto es que los beneficios de que exista tal fenómeno perceptivo son mucho mayores que los costos del mismo.
Por ejemplo, el movimiento en el follaje causado por un depredador acechando a su presa y el ruido producido por este, pueden ser similares a los causados por la brisa azotando la vegetación, o el juego de luces y sombras sobre un grupo de rocas en una cueva, pueden hacer que estas parezcan un oso o cualquier otro posible depredador.
En ambos casos, interpretar como cierta la información (es decir, que se trata de un depredador), cuando esta era falsa, originará que la posible presa huya rápidamente del lugar, causando un gasto de energía innecesario, pero sin consecuencias mayores. Ahora bien, si en lugar de interpretar como cierta la información, esta es interpretada como falsa siendo cierta, el error será pagado con la vida de la presa, un costo mucho más elevado que en el caso del primer error.
El ser humano es capaz no solo de interpretar rostros donde no los hay, sino también emociones, esto es debido al lenguaje corporal. Cuando nos expresamos de una forma verbal es más fácil ocultar emociones y sentimientos reales. El lenguaje corporal nos ayuda a comunicarnos con otros y en ocasiones a detectar si las palabras se compaginan con lo que dice el cuerpo o, por el contrario, muy probablemente no nos estén siendo sinceros, de allí la expresión “dímelo mirándome a los ojos”.
Esto es importante para el ser humano, como ser social; es muy posible que el lenguaje gestual o corporal haya sido la forma más importante de comunicación cuando el verbal estaba menos desarrollado. En otros animales sociales, como otros simios o como los perros, el lenguaje corporal sigue siendo la forma más importante de comunicación inter e incluso intraespecífica.
Para que el ser humano pueda interpretar las emociones de sus congéneres, en ocasiones cuenta con pocas “pistas”, como la forma que adquieren las cejas y las líneas de la boca, esa es una de las razones por las cuales los emojis se han convertido rápidamente en unos símbolos de comunicación universal en nuestros tiempos, porque las reconocemos como caras que pueden expresar sentimientos con solo pocos trazos.
Giro fusiforme
La causa principal de que las pareidolias se refieran principalmente a ver rostros humanos donde no los hay, se debe a que el reconocimiento facial ocurre en una parte del cerebro denominada giro fusiforme. Los giros son las circunvoluciones producidas al plegarse la corteza del cerebro.
El giro fusiforme está ubicado en la base del lóbulo temporal, es la porción del cerebro que actúa en el reconocimiento facial, y según estudios recientes también es importante en el reconocimiento de formas y lugares.
Estudios del cerebro han demostrado que el giro fusiforme muestra una actividad similar ante estímulos como caras humanas o patrones aleatorios que asemejan caras, lo cual permite suponer que esta estructura es la responsable de la pareidolia.
Subjetividad de la pareidolia
No todos los seres humanos reaccionan igual ante los mismos estímulos, y en algunos la pareidolia está más desarrollada que en otros. El nivel cultural, las creencias o religión de cada persona afectan la forma en que el cerebro interpreta la información recibida, o la “realidad” de cada quien, lo cual también se ve reflejado en la pareidolia, por ejemplo, los cristianos creen reconocer con más frecuencia el rostro de cristo en rocas, tostadas, árboles u otros lugares, que los miembros de otras religiones.
El cerebro también puede ser entrenado o acondicionado para reconocer una imagen, es decir, si una persona le muestra a otra, por ejemplo, una cara en un cuadro o un paisaje, esta última la reconocerá a pesar de que previamente no veía ninguna cara en el lugar mostrado y una vez haya sido condicionada, le será cada vez más fácil encontrar patrones, incluso si no existe patrón alguno. Esto puede afectar algunas áreas de investigación, como en la interpretación del arte rupestre, pues el juicio de un experto puede influir en la interpretación que otros expertos hagan de una obra particular, por ejemplo, dibujos de animales o imágenes antropomorfas en vasijas o paredes de cuevas.
Importancia de la pareidolia
Desde el punto de vista médico, se cree que comprender mejor cómo funciona el cerebro durante la actividad pareidólica, puede ayudar a entender, y quizás a hallar tratamiento a, enfermedades o lesiones cerebrales como la prosopagnosia, una afección que impide el reconocimiento facial, incluso del propio rostro de quien la padece.
También se ha encontrado que existe relación entre la actividad pareidólica y trastornos del espectro autista, así como con algunas enfermedades psiquiátricas como la demencia con cuerpos de Lewy o el Alzheimer.
En el arte, la pareidolia ha sido aprovechada por muchos pintores y escultores para crear sus obras, inclusive desde el origen mismo del ser humano, como lo demuestran algunos ejemplos de arte rupestre. También ha sido aprovechada en diseño industrial para generar empatía entre algunos artículos y los clientes potenciales.
Referencias bibliográficas
Bednarik, R. (2017). Pareidolia and rock art interpretation. Antropologie, 40(1-2); 101-117.Hadjikhani, N.; Kveraga, K.; Naik, P. & Ahlfors, S.P. (2009). Early (M170) activation of face-specific cortex by face-like objects. Neuroreport 20(4): 403–407.
Shermer, M. (2008). Patternicity: Finding meaningful patterns in meaningless noise. Why the brain believes something is real when it is not. Scientific American. Documento en línea.
Chalup, S.K.; Hong, K. & Ostwald, M.J. (2010). Simulating pareidolia of faces for architectural image analysis. IJCISIM, 2: 262-278