- 01/04/1815
- 1832
- 1835
- 1838
- 1847
- 1848
- 1851
- 1859
- 1862
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- 1867
- 1871
- 1876
- 1883
- 1890
- 30/07/1898
Nació en el municipio alemán de Schönhausen, en el seno de una familia aristocrática, perteneciente a la antigua nobleza prusiana. Su padre fue general del ejército, procedente de una familia de hacendados rurales, mientras que su madre, provenía de una familia burguesa, y destacó por su esmerada formación cultural que se ocupó de transmitírsela a sus hijos.
Gozó de los títulos de príncipe de Bismarck y duque de Lauenburgo.
Estudió la carrera de Derecho en la Universidad de Gotinga.
Trabajó en los tribunales de la capital alemana de Berlín y en la ciudad de Aquisgrán.
Se retiró de la actividad como letrado para dedicarse a la administración de sus posesiones.
Sustituyó a un integrante del parlamento prusiano, hecho que marcó e impulsó el inicio de su vida política.
Se erigió en referente de la facción conservadora.
Su compromiso y cercanía con el rey de Prusia, Guillermo I, fue crucial para ir escalando posiciones dentro del gobierno.
Se casó con Johanna, una joven noble, con quien tuvo tres hijos: Marie, Herbert y Wilhelm, estos dos últimos siguieron sus pasos y se dedicaron a la política y a la diplomacia.
Manifestó su rechazo a la ola de revoluciones que acaecieron en dicho año.
Fue designado enviado de Prusia a Fráncfort para ejercer las relaciones bilaterales.
Lo nombraron al frente de las relaciones exteriores en San Petersburgo.
Le encargaron la relación bilateral con Francia, en París.
Fue nombrado Ministro/Presidente del reino de Prusia, otorgándosele un poder y control absoluto sobre las decisiones políticas.
Acompañó la decisión de reformar el ejército, que impulsó el monarca alemán, a pesar de las críticas y la crisis que ello desató en un parlamento mayormente liberal.
Fue designado Canciller de la Confederación de la Alemania del Norte, que él mismo construyó, reuniendo a los estados alemanes situados al norte del río Meno, tras derrotar a Austria y a Dinamarca.
Unió Alemania luego de imponerse militarmente a Francia, en la Guerra Franco-Prusiana; los franceses perdieron los territorios de Alsacia y Lorena.
El flamante Imperio Alemán quedó conformado por 26 estados, incluyendo cuatro reinos, seis grandes ducados, cinco ducados, tres ciudades libres, un territorio imperial, siete principados, que permanecieron unidos hasta la finalización de la Primera Guerra Mundial, cuando Alemania se convirtió en una república.
El fervor que despertó el triunfo sobre Francia derivó en la unificación de los estados alemanes del sur, incluida Baviera, con la Confederación de Alemania del Norte y la constitución del Imperio Alemán.
Para mayor regodeo de los alemanes, logró que el acto de coronación de Guillermo I, como rey alemán, se celebrase en el mítico Palacio de Versalles, construido por el Rey Sol (Luis XIV), y considerado un emblema francés.
Persiguió con vehemencia a católicos y socialistas; a los primeros porque los consideró proclives a aliarse con los austríacos, y a los segundos por reclamar mejoras sociales para el campesinado y los obreros.
Proclamó una ley que impuso la cárcel a aquellos que se manifestasen contra el gobierno, y aumentó la hostilidad y persecución contra los opositores, especialmente los católicos: prohibiendo a los jesuitas y echando de suelo alemán a todas las congregaciones religiosas. Incluso, se concretó el encarcelamiento de algunos obispos.
El Rey Guillermo I le obsequió el impactante Bosque de Sajonia, compuesto por 6.000 hectáreas, en reconocimiento por la victoria sobre los franceses. Sus restos fueron inhumados en dicho lugar, en un mausoleo que se le construyó.
Impuso una severa legislación contra las agrupaciones políticas que atentasen contra el estado alemán; un claro tiro por elevación a los socialistas. Proscribió al socialismo, prohibió las manifestaciones que no tuviesen autorización policial y la edición de diarios comunistas y socialistas.
Creó los sistemas de seguro de vejez, accidentes y de enfermedades, destinados a favorecer las condiciones sociales de los obreros. Si bien combatió al socialismo con aspiraciones políticas, eliminándolos de la escena política, trató de acercarse a las clases trabajadoras, a través de la satisfacción de estas demandas, para así evitar la conflictividad social que atentase contra el poder imperial.
Murió Guillermo I y ascendió al trono Federico III, quien solo reinó 99 días, y fue sucedido por Guillermo II.
Una de las primeras medidas del nuevo emperador fue licenciar al mítico canciller, algo que ciertamente lo enfureció, a pesar de haber sido distinguido con el título de Príncipe.
Tras la salida obligada del poder se refugió en el Palacio de Friedrichsruh, en los Bosques de Sajonia, y sus últimos años los pasó en compañía de su perro y escribiendo sus memorias.
Falleció en su palacio a los 83 años.