Uno de los fenómenos que más han permeado en toda las capas sociales es la idea de que nuestra opinión vale. Esto, que es realmente un derecho y un logro, supone muchos avances pero también muchas consecuencias que pueden ser peligrosas y por eso es necesario entender de manera adecuada de qué estamos hablando.
El derecho a opinar: un fenómeno novedoso
Mientras hoy en día la opinión y el derecho a decir lo que pensamos es entendido como algo que siempre ha existido, la historia nos demuestra fácilmente que estamos hablando realmente de un privilegio. En este sentido, debemos tener en cuenta que a lo largo de toda la historia de la Humanidad han sido unos pocos hombres quienes han portado la palabra, y con ella la supuesta verdad que caracterizaba a cada época y período.
El derecho a la libre expresión, a opinar y a tomar partido por diferentes temáticas es algo muy reciente y se consolida con los avances que propuso la Revolución Francesa a fines del siglo XVIII, aquellos que dan forma a la idea de derechos civiles como base elemental de la convivencia social.
Las redes sociales y la actualidad: miles de formas de opinar
A medida que las sociedades humanas se fueron complejizando y desarrollando diferentes características podemos encontrar cada vez mayor cantidad de opciones para expresar nuestros puntos de vista, para opinar y para ser parte directa de la construcción ciudadana.
Es innegable el poder que internet, las redes sociales y las comunicaciones actuales tienen a la hora de favorecer la opinión de las personas sobre problemáticas que van de lo más simple a lo más complejo. Aquí es cuando dejamos de hablar de opiniones particulares y podemos comenzar a hablar de la opinión pública, un fenómeno que se da, justamente, en el espacio público y que no pertenece al ámbito de lo privado. La opinión pública es un elemento central en muchos aspectos de nuestra vida cotidiana y tiene gran influencia en el diseño del consumo, en la política, en los fenómenos sociales y culturales.
Los peligros de una opinión pública desmedida y descuidada
No hay duda de que en todo se debe favorecer a la opinión pública para escuchar todas las voces, especialmente aquellas que son silenciadas y que sufren desde la penumbra. Sin embargo, hay que tener en cuenta que muchas veces la voz de los medios representa a los grandes capitales y que por lo tanto generan y contribuyen a armar la opinión pública a la luz de intereses que pasan a ser del común de la población cuando realmente pertenecen a los sectores más poderosos.