La novela es un subgénero narrativo que se caracteriza, en términos generales, por su extensión y amplio desarrollo de acciones, espacios y personajes. La novela es el género que más popularidad ha gozado a lo largo de la historia; las grandes obras de la literatura universal, como Don Quijote de la Mancha, Crimen y Castigo, Madame Bovary, Pedro Páramo, Cien años de soledad, entre otras, se han escrito en este formato.
De acuerdo con la tradición griega, los géneros literarios se dividen en épica, lírica y drama; de estos tres derivaron los géneros como los conocemos en la actualidad: de la épica surgió la narrativa, de la lírica la poesía y del drama el teatro. Subgéneros como la novela, el cuento, la fábula, el mito y la leyenda pertenecen a la narrativa. La narrativa se caracteriza por presentar una continuidad o encadenamiento de acciones que lleva a un cambio de situación en el planteamiento del argumento o en la condición de los personajes; es decir, al final de toda obra narrativa los personajes, después de una seria de circunstancias, terminarán en una situación distinta, a veces opuesta, a la que tenían al iniciar el relato. Para que dicho cambio sea coherente y logre su efecto catártico, debe estar precedido por el clímax, el momento de mayor tensión en el relato. En este sentido, la tradición ha establecido que el final de un género perteneciente a la narrativa, particularmente el cuento y la novela, tendrá mucho mayor impacto y será de mayor calidad en tanto resulte sorpresivo y constituya un giro en la trama del relato.
Características de la novela
Debido a su amplia extensión (hay obras de más de mil páginas) la novela posee un argumento complejo lleno de innumerables situaciones y múltiples puntos de vista que le otorgan su riqueza y que le permiten desarrollar su mensaje o intención. No obstante, para Jorge Luis Borges la extensión de la novela es un punto en contra pues en tantas páginas es imposible no incluir pasajes que no son tan importantes para la historia en general y que podrían ser omitidos.
En este sentido, el problema de la extensión no es un asunto que tenga ver solo con el número de páginas, sino, más bien, está relacionado con la forma de abordar un tema. Mientras que el cuento se caracteriza por su capacidad de condensar una gran cantidad de información en relativamente pocas páginas, la novela busca ampliar todas las posibilidades para aproximarse y explicar una o más realidades.
La novela posee un gran número de personajes; todos ellos, de una u otra forma, contribuyen al desarrollo de la historia. Por otra parte, el narrador, quien podría ser un personaje, es la instancia que cuenta la historia. El narrador no debe confundirse con la figura del autor pues mientras este pertenece al mundo real, el narrador se encuentra dentro del universo de la obra. Sin embargo, en muchas obras es posible identificar algunos rasgos que pueden unir, hasta cierto nivel, a ambas figuras. Asimismo, el narratario es la instancia receptora de la obra. Este, como en el caso del narrador, no debe confundirse con el lector real o potencial de una obra.
Como toda obra narrativa, la novela está determinada por la relación del tiempo y el espacio, es decir, el lugar de las acciones y su sucesión u orden temporal. Mientras que en un cuento el espacio se puede reducir a un solo escenario, la novela necesita de una gran cantidad de ellos para permitir el desarrollo de todas las circunstancias que darán coherencia a la obra. Por su parte, el aspecto temporal puede indicar el transcurso de uno o más años dentro de la historia o atender a una organización que rompa con la cronología lineal. Es el caso, por ejemplo, de la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo donde la narración, en lugar de iniciar con el origen de la historia, lo hace a la mitad de ella.
Clasificación de la novela y ejemplos
La novela, al igual que el resto de la literatura, se ha clasificado, en términos generales, de acuerdo con la estética o corriente a la que pertenece como, por ejemplo, novela realista, de terror o fantástica; así como por su contenido o temas que aborda, en este rubro podemos encontrar a la novela de la revolución, la novela negra, entre otras.
A pesar de que la clasificación de la novela es un tema complejo, la más aceptada, y con la que suele estudiársele, es la siguiente:
Novela renacentista: El renacimiento marcó un cambio en el modo de pensar y concebir el mundo. Las obras de corte narrativo que reflejan este tipo de pensamiento son clasificadas como novelas renacentistas. En este rubro se incluyen obras que no son del todo novelas como, por ejemplo, la crónica de indias y misionera (para Carlos Fuentes la cronística es la primera manifestación de la novela en América) y otras que sí coinciden con su naturaleza y estructura como lo son Don Quijote y El Decamerón.
Novela realista y naturalista: El realismo es un movimiento artístico y literario surgido en Francia en la segunda mitad del siglo XVIII como reacción al romanticismo alemán. Su principal característica es la amplia descripción de espacios, objetos y demás elementos producto de un interés por reproducir con la mayor exactitud posible la realidad objetiva. El naturalismo, cuyo máximo exponente fue Émile Zola, es la corriente del realismo que mayor objetividad y cientificismo buscó en el terreno de lo literario. Algunas de las novelas que pertenecen a este movimiento son Madame Bovary de Flaubert, Las ilusiones perdidas de Balzac y Germinal de Zola.
En España destacan Benito Pérez Galdós con Marianela y Fernán Caballero (cuyo verdadero nombre es Cecilia Böhl de Faber) con La gaviota. En México, Santa de Federico Gamboa es considerada una novela naturalista.
Realismo ruso: A diferencia del francés, el realismo ruso se interesó por la reflexión y descripción de la psicología de los personajes en lugar de centrase en los espacios. Esta cualidad produjo un realismo mucho más crudo y profundo que ahondó en el interior del ser humano. De esta forma, fue posible dar cuenta de aspectos éticos y morales, así como de la decadencia y la enfermedad de los individuos y las sociedades. Crimen y castigo de Dostoievski, Las almas muertas de Gogol, Ana Karenina de Tolstoi, entre otras, pertenecen al realismo ruso.
Novela costumbrista: El costumbrismo es una corriente literaria que se cultivó con profusión en Hispanoamérica; su principal característica es dar cuenta de los usos y costumbres de una determinada comunidad con un fin moralizante. Debido a su intención de retratar un determinado contexto, el costumbrismo ha sido vinculado con el realismo. En el caso de México destacan Los bandidos de río de frío de Manuel Payno, Astucia de Luis G. Inclán, El zarco de Ignacio Manuel Altamirano y La calandria de Rafael Delgado; en cuba la novela costumbrista más importante es Cecilia Valdés de Cirilo Villaverde.
Novela de la revolución: De tintes realistas, la novela de la revolución se cultivó en México a inicios del siglo XX con el fin de explorar en el proceso político y armado conocido como la revolución mexicana. Novelas como Los de debajo de Mariano Azuela y la Sombra del caudillo de Luis Guzmán.