Una norma es entendida como una regla del ordenamiento jurídico existente, por la cual el mismo tiene como objetivo ordenar el comportamiento de las personas en sociedad. Si en una sociedad no existieran normas, devendría el comportamiento humano en incontrolable, ya que no se establece un orden de control para asegurar la armonía y el bienestar social.
Las normas son reglamentadas por autoridades competentes, como es el caso del Poder Legislativo y delinea cuáles son los deberes de un ciudadano, a la vez que también a este mismo le otorga derechos (si es que cumple con las normas dispuestas). La violación de una norma supone la aplicación de sanciones a su infractor.
En nuestra vida cotidiana, nos encontramos todo el tiempo regidos por normas. Y es que simplemente (aunque en la práctica no sea tan simple) son las encargadas de “poner en orden” a la vida en sociedad, en un territorio determinado. Por ejemplo, encontramos normas que afectan a una sola ciudad, o a toda una región. Un caso de ellos es aquellas ciudades que no permiten el expendio de bolsas de polietileno (o “nylon”) o no permiten fumar en espacios públicos cerrados (como bares o comedores).
Pensemos que, de no existir normas, la vida en sociedad sería un caos. Sí, más de lo que es aún con normas y todo. ¿Qué sería del tráfico si no existieran las normas de tránsito? Seguramente, se multiplicarían exponencialmente los accidentes en calles, rutas y caminos. Por eso, es importante la existencia de normas que ordenen la convivencia social, y sobre todo que sancionen a quienes no las cumplen.
Las normas tienen al menos dos funciones (y nombraremos aquí las principales y relevantes a esta definición): una función protectora, que es la de resguardar bienes jurídicos y la otra función, motivadora, que plantea la motivación al individuo para abstenerse de atentar contra bienes jurídicos.
Vamos a ejemplos. Dentro de la función protectora, la norma resguarda la inviolabilidad de papeles privados como cartas, documentos y demás papeles que no estén pensados para ser publicados o no prevén la intromisión de otra persona que no sea su destinatario. De este modo, se protege la intimidad de la persona a la cual se remiten los papeles.
Pero a su vez, por la función motivadora, que esa norma esté explícita, se busca concientizar a otros individuos de que entrometerse en papeles privados de una persona no es correcto, y que también se puede ser sancionado por ello. De este modo, se fomenta la abstención de cualquier persona de pretender entrometerse en papeles privados que pertenecen o están dirigidos a otro individuo.