La naturaleza es un concepto que alude a al orden físico y químico que rige al universo. Puede utilizarse no obstante en diversos contextos, acotando su significado, siempre dando cuenta de un orden que es independiente del accionar del hombre, como por ejemplo aludiendo a las condiciones que respectan a la vida biológica. Desde el punto de vista filosófico, el termino naturaleza ha seguido un derrotero fructífero, primero en la el contexto de la Grecia clásica y luego con la influencia que la teología cristiana le imprimió. Desde esta perspectiva, la naturaleza solo es comprensible enteramente en función de una condición metafísica. En la actualidad, empero, prima un concepto mecanicista de ésta en el discurso científico.
Como se ha sugerido, habar de naturaleza es hacer referencia a un orden ajeno a la voluntad del hombre. Es hacer referencia al ser de todas las cosas o de una cosa específica. Así, si se alude a la naturaleza de algo, se intenta aludir a su ser más profundo. En Aristóteles, la naturaleza de algo se comprendía en función de su finalidad; estamos en presencia del famoso concepto de teleología. Así, además de la causa eficiente, aquello que causa un determinado fenómeno, el filósofo griego introduce el concepto de fin para comprender la naturaleza de algo. La naturaleza de algo se comprende en función de sus causas como de sus fines; esto es considerado tanto para seres animados como inanimados.
Este tipo de visión fue ampliamente adoptado en la Edad Media y tiene sus reminiscencias todavía en el cristianismo. En efecto, esta asociación entre la filosofía aristotélica y el cristianismo fue concretada por los trabajos de Santo Tomas. El teólogo tomaría en cuenta estas consideraciones de la naturaleza y las vincularía con la fe, siendo Dios la finalidad a la que tiende el universo.
En la actualidad, no obstante, la naturaleza solo es concebida por el discurso científico en función de las causas eficientes. Esto significa que solo es concebida como una sucesión de causas y efectos. Esta perspectiva lleva a considerar a la naturaleza desde un punto de vista mecánico, concibiendo al concepto de finalidad como un criterio solo presente en el marco conceptual del hombre. Es por ello que la evaluación de la naturaleza suele estar establecida en dos niveles, el de las ciencias positivas y el del discurso filosófico.
Para finalizar cabe señalar que las disquisiciones en lo que respecta a la naturaleza están lejos de llegar a su fin. En efecto, ésta suele cautivar nuestro asombro desde tiempos remotos y lo seguirá haciendo en el futuro.