Se denomina mortalidad al número de habitantes que pierden la vida en una zona geográfica, país o región. Desde el punto de vista demográfico suele referir al número considerado el total de personas vivas, esto significa que se calcula de modo proporcional; registra el número de defunciones registradas en un año por cada mil habitantes. Suele hacerse la distinción en el caso de los niños con un índice especial denominado índice de mortalidad infantil, que registra el número de niños que no ha podido sobrevivir su primer año de existencia por cada mil que llega al mundo.
Existen otros cálculos relativos a la mortalidad. Así, por ejemplo, la tasa de mortalidad particular hace alusión a la cantidad de personas muertas considerando una particularidad o circunstancia especial en relación a las personas que muestran la misma característica o particularidad. Así, puede hablarse de tasa de mortalidad por edad cuando se establece relación con franjas etarias; también puede hacerse referencia a tasa de mortalidad por grupo social, que tiene en cuenta el hecho de formar parte de un colectivo determinado.
La tasa de mortalidad general, esto es, la proporción de personas que mueren respecto al total de la población medida en un tanto por mil, muestra una reducción importante en el siglo XX. Esta circunstancia se presenta de modo más acentuado en países donde la renta es más elevada. Esta circunstancia ha permitido que la población mundial haya crecido considerablemente, pasando de mil millones de habitantes en el siglo XIX a más de seis mil millones en la primera década del siglo XXI. No obstante, es importante señalar que las tasas de mortalidad muestran bastante disparidad si se considera realidades económicas extremas. Así, por ejemplo, África subsahariana muestra niveles muy altos de tasa de mortalidad.
La tasa de mortalidad se relaciona directamente con la denominada esperanza de vida. Así, cuanto mayor esperanza de vida exista, menor será la tasa de mortalidad. La esperanza de vida se defina como la media en cantidad de años que vive una población durante cierto período. Suele hacerse la distinción entre hombres y mujeres; solo cuentan para medirla la población que no haya sido víctima de una muerte violenta. La esperanza de vida es uno de los indicadores de calidad de vida más importante, a pesar de las dificultades que puedan existir para medirla.
Hacia el futuro se espera que la tasa de mortalidad siga bajando como consecuencia de los avances en medicina. A pesar de esta visión optimista muchos países muestra una tasa de moralidad que ya debería haber quedado superada.