Tal y como específica el DRAE, el adjetivo miserable presenta varias acepciones y cada una de ellas tiene una singularidad.
En primer lugar, alguien puede ser considerado como un miserable en el sentido de ser una persona desgraciada, poco afortunada y que no es feliz por algún motivo.
En el contexto económico o material, un individuo es miserable si se encuentra en una situación extrema de pobreza y con carencias evidentes. Se podría decir que la condición de miserable es una forma de pobreza exagerada. Esta calificación permite referirse a las circunstancias personales pero también las de un pueblo o un país.
Este calificativo también es sinónimo de tacañería, es decir, la tendencia a no gastar dinero. En este caso se presenta una curiosa paradoja: alguien puede tener mucho dinero y al mismo tiempo ser un miserable.
En el ámbito de la moral, si valoramos a un individuo como miserable estamos indicando que es una persona perversa, poco fiable, retorcida y, en pocas palabras, un ser despreciable.
Un breve análisis sobre el concepto
Los cuatro significados más arriba descritos ponen de manifiesto un aspecto: lo miserable es algo claramente negativo en todos los usos del término. No obstante, dentro de la dimensión negativa vale la pena subrayar una doble valoración: una meramente descriptiva y otra valorativa. Si decimos que un país se encuentra en unas condiciones de miseria, estamos describiendo una realidad social y económica adversa. La riqueza y la pobreza son realidades medibles y es factible establecer unos parámetros objetivos al respecto. Por el contrario, al afirmar que un multimillonario es un miserable porque lo único que hace es amasar una fortuna en su propio beneficio, estamos valorando moralmente a ese individuo.
Pobreza o miseria
La pobreza es un fenómeno complejo. De hecho, los analistas hablan de pobreza relativa, absoluta o subjetiva. Incluso es posible referirse a la pobreza energética, infantil o a las bolsas de pobreza que existen en los países avanzados. Esta diversidad de aspectos pone de relieve una realidad: no es fácil definir con claridad qué es la pobreza (alguien podría ser pobre según un criterio técnico y estadístico pero no serlo desde su punto de vista subjetivo). Sin embargo, cuando la pobreza adquiere una categoría relevante e indiscutible ya no es suficiente emplear el término pobre sino que debemos incorporar una palabra más rotunda: miserable. Ilustremos esta idea con un sencillo ejemplo: una familia no puede alimentarse con normalidad en su día a día y tampoco puede acceder a los servicios de salud ni otros servicios básicos. Esta circunstancia no es opinable ni discutible y, en consecuencia, dicha familia vive en condiciones miserables.