Biografía de Maximiliano Hernández Martínez

Nació en el municipio de San Matías, en El Salvador, en el seno de una familia de humildes campesinos.

Sus padres fallecieron y su tío se ocupó de procurarle el sustento para que pudiese estudiar.

Estudió y se graduó de bachiller en un colegio de la ciudad del Salvador.

Viajó a Guatemala donde comenzó su formación como militar hasta llegar al grado de teniente.

Regresó al Salvador y decidió continuar estudios universitarios en la Universidad Nacional de El Salvador, en la facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales, sin embargo, los abandonó antes de recibirse.

Volvió al ámbito militar, esta vez en su patria.

Se desempeñó como Capitán Mayor en la guerra de la ciudad de Guatemala.

Luego ascendió a Capitán de Brigada.

Fue electo vicepresidente durante el mandato del presidente Arturo Araujo.

Le asestó un “golpe de palacio” al propio presidente tras canalizar el descontento que las clases altas manifestaron contra el primer mandatario en materia económica, y especialmente de propiedad privada.

Supo ser un personaje en sí mismo a razón de sus creencias personales: no creía en la medicina tradicional, sino que abonaba prácticas de la llamada medicina alternativa, era vegetariano, y creía en la reencarnación, entre otras excentricidades para la época.

Fue admirador de Adolf Hitler y del fascismo alemán que éste encarnó; algo símil le ocurrió con el fascismo italiano. Incluso, estuvo de acuerdo con algunos métodos coactivos y violentos que utilizó la Alemania de Hitler para amedrentar a sus opositores.

También fue un avieso estratega porque no dudó en juntarse a los aliados, durante la Segunda Guerra Mundial, para ganarse el favor de Estados Unidos.

Promovió y ejecutó un golpe de Estado por considerar ineficiente al presidente Arturo Araujo, en lo concerniente a la política económica y la devaluación del café, que no supo frenar y que ocasionó un gravísimo problema a las finanzas del país dado que era su principal ingreso agroexportador.

Fue acompañado por los hacendados que se vieron afectados por este tema.

En aquel momento no asumió formalmente el poder, sino que lo haría unos años después.

Se produjo una Masacre contra los indígenas (se calcula que asesinaron a unos 25 mil), campesinos y comunistas, que se levantaron contra el poder central y denunciaron que la elección de Martínez Hernández había sido fraudulenta y que en realidad el triunfo era del Partido Comunista, fundado recientemente por Farabundo Martí.

Reclamaron contra la injusticia social emanada de la cúpula de poder, que los oprimía y explotaba, a cambio de salarios miserables.

Tomaron haciendas y cuarteles en diversas localidades de la ciudad.

El gobierno, por su parte, desplegó una cruenta represión y utilizó el fusilamiento de los comunistas y de los disidentes a su ideario como castigo ejemplarizador.

Asumió como presidente de la nación, pero antes se desempeñó como ministro de Guerra, Marina y Aviación.

Los ejes de su gestión fueron el impulso del sistema capitalista, la promoción de la mentalidad burguesa, políticas que favorecieron a los terratenientes, y que perjudicaron directamente a los sectores de la población que no quería: los campesinos y los comunistas.

El gran perdedor en este enfrentamiento fue el sector indígena que perdió voz, voto y derechos.

Al comienzo de su gestión gozó de buenos augurios, ya que saneó las alicaídas finanzas públicas, canceló la deuda externa y hasta se construyó la carretera Panamericana.

Se abolieron las tierras comunales y los campesinos e indios debieron prestar trabajos forzados en sus propios territorios.

Se calcula que esta guerra civil dejó como tremendo saldo 300 mil indígenas y campesinos muertos en manos de la cruel represión estatal.

Creó el Banco Central de Reserva que le dio al gobierno el poder absoluto en cuanto al manejo de las divisas y la política monetaria.

Si bien la figura del banco central existía ya en el mundo, no, con esta característica de dependencia del estado.

El principal objetivo de su instalación fue la emisión de billetes con respaldo del valor de oro.

La supervisión y creación estuvo a cargo de un analista y experto en servicios financieros, el inglés Frederick Powell.

Ahora bien, muchos de sus consejos, como ser la independencia del gobierno, contar con reservas de oro, divisas, y respetar el valor del billete local en un 30 %, no fueron observados.

Decidió no celebrar las elecciones a presidente y se autoproclamó presidente de Salvador por un nuevo período. Esta decisión disgustó a la población, también a aquel sector de la sociedad que lo había apoyado en sus comienzos.

Convertido en tirano debió afrontar la pérdida de ascendencia entre los terratenientes que tanto lo habían apoyado.

Aumentó el impuesto a la exportación, medida que le quitó el apoyo de los ruralistas.

Hacendados, empresarios y militares se unieron para sacarlo del poder.

Comenzó el principio de su fin. Si bien impuso un toque de queda y reprimió a quienes incitaron la idea de correrlo de la escena, nada alcanzó ya, porque todos los sectores sociales estaban de acuerdo en que debía salir de inmediato del gobierno.

Se declaró una huelga a la cual adhirió toda la población civil.

Renunció a la presidencia de la nación y la huelga que se había declarado siguió hasta el 11 de mayo.

Se exilió en Guatemala, Estados Unidos, y finalmente recaló en Honduras.

Fue asesinado por su motorista, de 17 apuñaladas, en el comedor de su residencia.