- 28/09/1963
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- 11/2021
Nació en la ciudad boliviana de La Paz, en el seno de una familia de clase media, cuyos padres eran ambos profesores.
Se recibió de Bachiller, tras completar y aprobar los estudios secundarios.
Se graduó como contador en el Instituto de Educación Bancaria.
Inició su carrera en la función pública, más precisamente en el Banco Central de Bolivia.
Dentro de la entidad financiera nacional pasó por diversos cargos.
También se ha dedicado a la actividad como docente de economía, en diversas universidades de su país: UMSA, Universidad Católica Boliviana, Universidad Loyola, Universidad Del Valle.
Se licenció en economía, en la Universidad Mayor de San Andrés.
Completó su formación académica con un Máster en Ciencias Económicas, en la Universidad de Warwick, en Inglaterra.
Asumió en el cargo de ministro de economía y finanzas públicas, puesto que ocupó ininterrumpidamente desde que Morales asumió el poder y hasta que lo dejó abruptamente en el marco de acusaciones y revueltas sociales violentas.
Más allá de lo que algunos detractores digan sobre Evo Morales y sus gestiones, casi ninguno soslaya que ha sido la política económica planteada por Arce Catacora la responsable del crecimiento y de la estabilidad lograda por Bolivia desde hace unos años a esta parte.
Nacionalización de recursos naturales y de algunas empresas estratégicas, incentivo al mercado interior, estabilización del tipo de cambio, políticas industriales, le permitieron bajar dos índices económicos claves: la pobreza y la inflación.
Dos de las variables que siempre son miradas por los inversores que buscan “campos fértiles” y seguros para sus inversiones; y ni hablar para el pueblo, poder contar con una moneda nacional fuerte y estable.
Justamente, y tomando en consideración estas cuestiones es que su campaña presidencial, años después, se propuso reivindicar estos aciertos y convertirlos en las razones de peso para votarlo como presidente.
Se alejó de la función pública tras ser diagnosticado con cáncer de riñón, acontecimiento que indudablemente le cambió la vida y las prioridades profesionales, inclusive, decidió viajar a Brasil para tratarlo porque le ofrecían nuevas alternativas en este sentido.
Retomó sus funciones al frente del ministerio de economía y formó parte de la última etapa de Morales en el poder, antes del estallido político, social y económico que terminó forzando la abrupta salida de éste.
El MAS (Movimiento al Socialismo), la agrupación política comandada por Morales, y que lo acompañó durante sus gestiones, lo designó como su candidato presidencial oficial. La decisión no fue sencilla por tantos años de Morales en el poder y porque era difícil encontrar alguien que reuniese la adhesión del vasto universo que compone el MAS.
De todos modos, sus antecedentes de “salvador” económico que aún estaban frescos en el pueblo y en el contexto internacional ayudaron en la aceptación del cambio.
Las estadísticas avalaron su preferencia. En los primeros diez años del gobierno de Morales logró hitos: bajó la pobreza 21 %, aumentó la riqueza en 5 %, bajó la deuda externa, instauró la nacionalización de los hidrocarburos que coincidió con un contexto internacional auspicioso hizo crecer al país un 4,6 %.
Reinstaló los programas de industrialización del gas y diversificación de la matriz productiva, que sin duda alguna fueron las dos acciones más contundentes para sacar al país de su letargo.
Asumió como presidente de Bolivia, luego de imponerse con holgura en las elecciones presidenciales a: Carlos Mesa del FRI (28 %) y Luis Camacho de Creemos (14 %).
Al cumplirse un año de su elección, la situación política de Bolivia y la imagen de su presidente no son para nada las mejores.
Se vienen replicando furibundas protestas contra el gobierno en diversos departamentos y localidades, como la de Santa Cruz.
Básicamente, las huelgas estallaron con la decisión del presidente de poner en práctica la ley 1386 que habilitaría la potestad del gobierno para incautar bienes y propiedades privadas.
Los opositores no tardaron en afirmar que dicha decisión inconsulta e inviable, desde todo plano no deja dudas, que el camino que tomó Bolivia y su presidente es el de afianzar el camino que Venezuela inició con Hugo Chávez, o el que Cuba armó con Fidel Castro a la cabeza.