Definición
La antigüedad clásica es un periodo histórico que comprende el auge del desarrollo de múltiples disciplinas como la filosofía, la historia, la literatura, entre otras. Los centros culturales fueron Grecia y el antiguo Impero Romano. Se considera que este periodo abarca, aproximadamente, desde el siglo V a.C. hasta el siglo II de nuestra era. Debido a la naturaleza de su pensamiento y lo vigente de sus ideas, las letras grecorromanas suelen denominarse literatura clásica. En la antigua Grecia se cultivaron tres géneros literarios: la épica, la lírica y el drama.
Épica
La épica es el género que narra las acciones de héroes y semidioses. En los tiempos de la antigua Grecia no existía la escritura, por lo que las obras eran cantadas por personas llamadas Aedas o Rapsodas, el más de importante de ellos fue Homero. La existencia de Homero ha sido puesta en duda pues para muchos se trata de un conjunto de “autores” anónimos. No obstante, se le adjudican las dos obras más importantes de la épica griega: La Ilíada y La Odisea. La Ilíada cuenta la invasión a la ciudad de Troya por parte de los Aqueos y su posterior caída. En esta batalla participa Odiseo o Ulises quien es el autor del plan conocido como el caballo de Troya. Una vez que la ciudad de Troya cae, Ulises emprende su regreso a casa enfrentando un sinfín de obstáculos. La Odisea narra justamente su regreso a Ítaca, su ciudad natal.
La importancia de la épica se encuentra en las metáforas que constituye en relación con la condición humana. A pesar de estar plagada de dioses y seres mitológicos, evidencia los matices de la naturaleza humana y su ser en el mundo.
Lírica
La lírica es el género donde se cantan los sentimientos del yo; es el antecedente de la poesía como hoy la conocemos. Su nombre deriva del uso de una lira con la que el poeta se acompañaba. A diferencia de la épica, la lírica centró su atención en el individuo y su experiencia en el mundo, particularmente amorosa y erótica.
La poeta Safo destaca como la figura más importante de la lirica griega. Sus poemas están plagados de una intensidad emotiva que la distingue del resto de “escritores” griegos: “tu risa me ha desgarrado el corazón en el pecho. / Pues cuando te miro a ti un instante, entonces me parece, / que no puedo decir ni una palabra más, / sino que silenciosamente mi lengua se ha roto, / y de pronto un fuego sutil se ha extendido bajo mi piel, / no veo nada con mis ojos / y mis oídos zumban”.
A pesar de que en su poesía hay alusiones a ciertas divinidades, particularmente hacia Afrodita, su tono es completamente intimista, donde destaca la figura del individuo frente a aquello que lo aborda o traspasa.
Dramática
El género dramático representaba situaciones, a modo del teatro contemporáneo, por medio de diálogos y de las acciones de los personajes. Se dividió en dos subgéneros: tragedia y comedia. La tragedia era la representación de las acciones de los grandes, aquellos dignos de imitar como reyes o semidioses. La tragedia buscaba un efecto catártico, es decir, una especie de impresión sensible que tenía por objetivo enseñar sobre las consecuencias de determinadas conductas o decisiones. Para logarlo, las obras presentaban a un héroe trágico, un individuo sobre el que se anunciaba un destino trágico: por más que intentara librarse de él, el augurio terminaba por cumplirse. Los tres escritores más importantes de tragedia griega fueron Sófocles, Eurípides y Esquilo. Sófocles es el autor de la tragedia más famosa de todas: Edipo rey.
Por su parte, la comedia se enfocaba en imitar los vicios y las acciones de individuos ordinarios. El objetivo de la comedia era criticar la conducta humana a partir de la exageración de dichos vicios y defectos. Este enfoque en el vulgo llevó a Aristóteles a considerarla por debajo de la tragedia. El comediógrafo más importante y de quien se sabes más es Aristófanes; su obra Las nubes es quizá la comedia más importante de este periodo histórico.
La literatura latina
La asimilación de la cultura griega por los latinos, producto de la expansión del Imperio Romano, produjo una serie de obras que se basaron en los modelos clásicos griegos con elementos característicos de la cultura dominante. De esta forma, surgieron obras que también son cumbre de la literatura universal.
En primer lugar, la influencia de Safo contribuyó mucho en la obra del poeta latino Catulo. Al igual que Safo, Catulo puso en el centro de su poesía al individuo que sufre por un amor tormentoso.
En honor a Safo, originaria de la isla de Lesbos, Catulo le cantó a Lesbia, seudónimo de Clodia, mujer de la que estaba profundamente enamorado: “Ninguna mujer puede decir que ha sido amada / de verdad, tanto como mi Lesbia ha sido amada por mí. / Ninguna fe ha sido tan grande en esta vida / como el amor que por mi parte yo te di”. Tanto Catulo como Safo son fundamentales en el desarrollo de una poesía centrada en los sentimientos del individuo.
Otras dos figuras destacan de entre los escritores latinos: Ovidio y Virgilio. Ovidio es autor de las Metamorfosis, una serie de textos donde recoge los mitos griegos más importantes adaptados a la visión y cultura latina. Virgilio es quizá el poeta más importante del mundo latino al ser autor de La Eneida, obra que narra las acciones de Eneas, sobreviviente de la ciudad de Troya. Escrita por encargo del emperador Augusto, La Eneida busca glorificar al Imperio Romano otorgándole un origen mítico. A pesar de que en la actualidad ambas obras están en forma narrativa, fueron escritas originalmente en verso por lo que tanto Ovidio como Virgilio son considerados poetas y no narradores.
Una obra merece una mención aparte: La Comedia de Dante Alighieri. A pesar de ser una obra medieval en transición hacia el pensamiento renacentista, es considerada una de las obras fundamentales de la literatura latina. Dante, como personaje principal, es guiado por Virgilio a través del infierno, el purgatorio y el paraíso. En cada uno de esos niveles se entrevista con las almas que ahí reposan por la eternidad. La Comedia es una extensa alegoría sobre los vicios y corrupción de las sociedades. en este sentido, es sumamente significativo que en el infierno Dante haya colocado a figuras eclesiásticas como cardenales y obispos. El contexto religioso la coloca como una novela medieval, sin embargo, su apertura de pensamiento y crítica a la iglesia la convierten, al mismo tiempo, en una obra renacentista.