En el siglo XIX e inicios del XX, las investigaciones lingüísticas desarrollaron un método que permitió reflexionar sobre el origen de las lenguas. Esta nueva perspectiva se denominó gramática histórica. Originalmente, los gramáticos y lingüistas se ocuparon de hacer una serie de comparaciones entre los distintos elementos de diversas lenguas; como resultado, descubrieron una relación entre muchas de ellas, lo que sugirió un origen. A partir de esto, los lingüistas han establecido múltiples teorías sobre el parentesco y evolución de las lenguas. Este tipo de investigaciones han permitido proponer la existencia de una lengua madre de la cual surgieron, con el paso de los siglos, todas las que pertenecen a la misma familia que el español: el indoeuropeo.
Indoeuropeo
El indoeuropeo o protoindoeuropeo fue la lengua hablada en todo el vasto territorio de Europa y Asia, muchos siglos antes del surgimiento de la escritura. Muchas teorías se han esbozado para explicar su origen y los modos en cómo se expandió hacia otros territorios; la más aceptada de todas es la que la liga con los anatolios, asentados en la península Anatolia o Asia Menor, desde el sur del Mar Negro hasta el Cáucaso y el Éufrates. Este pueblo logró riqueza y poder gracias a la agricultura. Junto con sus métodos de cosecha, su lengua fue adoptada por otros pueblos que utilizaron sus términos para designar elementos hasta antes desconocidos. Así, su lengua se expandió, por un lado, hacia Persia y la India y, por otro, a los países del mediterráneo. En este sentido, el anatolio podría tomarse por el indoeuropeo, no obstante, es común que una lengua se nutra de otras, por lo que los investigadores han identificado cuatro ramas primigenias: anatolio, greco-armenio-indo-iranio, celto-ítalo-tocario y balto-eslavo-germánico. Dentro de estos cuatro grupos hubo separaciones que llevaron al desarrollo de unas y la extinción de otras. Por ejemplo, la lengua de los tocarios se perdió casi por completo dejando algunas inscripciones en zonas de lo que hoy es China. Por su parte, los celto-ítalos se mantuvieron como un solo grupo permitiendo su expansión por todo el territorio europeo.
Todas las lenguas de origen europeo surgieron de alguna de estas cuatro familias y presentan parentesco entre ellas, sea evidente o no. Algunas murieron hace milenios, como las pertenecientes a la rama Anatolia, o hace siglos, como el gótico. Otras han evolucionado y derivado en lenguas que hoy son habladas por millones como es el caso del español. Todas las lenguas pertenecientes a esas cuatro familias, de acuerdo con Antonio Alatorre, han contribuido a la reconstrucción del indoeuropeo.
Latín
Una de las lenguas que surgieron como parte de la evolución del indoeuropeo fue el latín, la lengua madre del español. Perteneciente a la familia celto-ítalo-tocario, el latín se expandió por todo el territorio euroasiático como consecuencia de las conquistas realizadas por el imperio romano. La conquista de Hispania, hoy España, marcó el inicio de la expansión imperial fuera de los territorios de la península itálica. Por supuesto, los pueblos conquistados poseían sus propias lenguas, conocidas como prerromanas. Este hecho significó que el latín tomara diferentes formas según el lugar en el que se hablara. Por ejemplo, en la zona de Lusitania, la lengua romana barrió por completo con las anteriores mientras que en Armenia el latín solo era hablado por los soldados y algunos nativos que lo aprendieron para servir de enlace entre unos habitantes y otros.
Con el paso del tiempo, y debido a la influencia de los restos o presencia de las lenguas prerromanas, así como de otros fenómenos, el latín comenzó a transformarse y dar paso a otras lenguas que han llegado a conocerse como lenguas romances: español, francés, italiano, portugués y rumano. A pesar de que hoy es una lengua muerta, es decir que carece de hablantes, ha sido posible conocer y estudiar al latín gracias a la escritura pues hasta el siglo X todo lo escrito en la Europa occidental estaba en esta lengua. Así, se ha llegado a hablar de latín culto y vulgar. El culto fue el utilizado por monjes e intelectuales. Al ser escrito, mantuvo prácticamente la misma forma a pesar del paso del tiempo. Por su parte, el vulgar es la variante hablada por el pueblo, es la lengua de la que no quedó ningún registro escrito, pero que contribuyó al nacimiento de las lenguas romances. Este último punto es fundamental: una lengua viva, que tiene hablantes, no permanece estática, sino que está en constante en cambio, lo que provoca que una misma lengua pueda presentar enormes diferencias según el tiempo que medie entre una forma y otra.
El español
Como consecuencia de la natural evolución de las lenguas, el latín desapareció para dar paso a las lenguas romances, entre ellas el español. El primer registro que se tiene del español está en unos documentos escritos en latín. Al margen de estos se encuentran unos comentarios o glosas que son, en un sentido, el nacimiento oficial de nuestra lengua. Su intención fue explicar alguna palabra o frase cuyo significado no estuviera del todo claro.
En el siglo V, ya en decadencia el imperio romano, la península ibérica es invadida por los visigodos, pueblos germanos que, a pesar de apropiarse de la cultura de la península, influyeron mucho en aspectos como la lengua. Para el siglo VIII, los pueblos islámicos se asentaron en territorio hispano dejando un legado lingüístico que persiste hasta el día de hoy pues muchas de las palabras que inician con el elemento al- son de origen árabe: almohada, alhaja, albahaca, alcázar, etc.
El auge del español se encuentra en el castellano, la lengua oficial del reino de Castilla. Con la expulsión de los moros y los judíos, los reyes españoles, Isabel de Castilla, conocida como la católica, y Fernando de Aragón, iniciaron la expansión de su reino, conformado por la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Al igual como sucedió con el imperio romano, la expansión territorial de Castilla permitió, a su vez, la expansión de su lengua, convirtiéndola en la lengua oficial de gran parte de lo que hoy es España. La publicación de la Gramática castellana, de Antonio Nebrija, en 1492 es fundamental para la oficialización del castellano por tratarse del primer estudio formal dedicado a esta lengua.
El impulso que significó la expulsión de los árabes y judíos llevó a la búsqueda y conquista de más territorios. Así, a partir del descubrimiento de América, muchos españoles se abarcaron al nuevo mundo con el fin de dominarlo y buscar riquezas para sí en nombre de la corona. Estas empresas militares dieron como resultado, entre otras cosas, la destrucción de las culturas prehispánicas y la imposición de la lengua española. A partir de este momento, el español se convirtió en la lengua oficial en tierras americanas pues la conquista territorial siempre va a acompañada de las conquistas religiosa y lingüística.
La conformación del español es el resultado de un proceso histórico que le ha otorgado su complejidad, riqueza y belleza. Además de ser una de las lengas con mayor número de hablantes nativos, ha legado al mundo grandes escritores y obras que reafirman sus características únicas. El más importante de todos ellos es sin duda Cervantes. Todas las lenguas poseen el mismo valor, no obstante, el español posee una plasticidad y musicalidad que la distinguen de otras.