Una laguna es una acumulación de agua de una profundidad menor a la de un lago. Por lo general sus aguas son dulces y dan lugar a una variada flora y fauna tanto en sus inmediaciones terrestres como desde el punto de vista acuático. Se forman habitualmente por la existencia de un terreno hundido y la presencia de lluvias o la influencia de ríos, contraponiéndose a los lagos, que generalmente deben su formación a la influencia de los glaciares y su accionar. En algunos casos, las lagunas se forman de manera artificial, debido al actuar de la mano del hombre; esta circunstancia puede deberse a distintas actividades económicas, como por ejemplo la necesidad de tener un reservorio de agua para cultivos o para generar energía hidroeléctrica.
Las lagunas tienen una variada vida animal y vegetal. En efecto, las mismas proveen de humedad para el desarrollo de una intensa variedad biológica en sus alrededores como asimismo ponen el fundamento para la vida en el ámbito acuático. Es por ello que este tipo de espacios suelen ser utilizados tanto para pesca como para caza de tipo recreativa. Los deportes acuáticos también pueden ser llevados a cabo en algún caso, pero por lo general para este tipo de actividades se prefieren las lagunas artificiales.
Uno de los principales problemas que enfrenta un depósito de agua de estas características es la contaminación. En efecto, cuando la misma se lleva a cabo, la limpieza es muy difícil de ponerse en práctica debido a que el agua se mantiene estacionada; diferente es el caso de los ríos, que fluyen incesantemente hacia el mar. En este sentido la toma de consciencia debe ser puesta en escena de forma sistemática y con vehemencia por parte de los organismos estatales si lo que se quiere es preservar la flora y fauna de un lugar de estas características. Empero, una vez que el daño ha sido causado existen algunas medidas a tomar, a pesar de que son costosas y por lo general limitadas en cuanto a resultados.
Otro problema que también puede afectar a las lagunas es la introducción de especies que son propias de otras regiones, es decir, distan de ser autóctonas. En ocasiones, la introducción pude ser anodina, pero la mayoría de las veces suele afectar a todo el hábitat de forma significativa. En efecto, en muchas ocasiones estas intromisiones se salen de control, por ejemplo, con una especie que carece de depredador natural que pueda limitar su accionar y evitar que se transforme en plaga.