En pocas palabras, el karma es la energía interior de cada uno de nosotros tenemos. Además es algo que se modifica en función de lo que hacemos, de nuestros actos, con lo que lo positivo o negativo de lo que hacemos en nuestra vida repercute en esa energía. Es decir, nosotros, como personas, somos los que hacemos que en nuestra energía sea lo que es con nuestras acciones.
Este concepto, que principalmente es conocido a través del budismo, también está dentro de otro tipo de religiones y doctrinas como el hinduismo. En este tipo de creencias o religiones es muy importante, ya que influye en las vidas posteriores, según su concepto de la vida, por lo que todo acto que realizamos en vida modifica el karma de una manera esencial.
La diferencia entre el karma y el destino está en que este último es algo que no podemos modificar, que se nos ha impuesto desde que nacemos y que no podemos variar aunque lo intentemos. Sin embargo, el karma, como depende de lo que hagamos en nuestra trayectoria vital, en nuestro camino, se modifica y transforma constantemente en función de ello.
La esencia del karma es que nosotros somos dueños de nuestro propio destino y somos los que, a través de nuestras experiencias, a través de nuestras acciones, a través de nuestras relaciones con otras personas, vamos a hacer que esa energía que está en nuestro interior sea positiva o negativa, sea más o menos brillante, nos haga más o menos felices y, sobre todo, haremos que, cuando pasemos al más allá, si creemos en ella, nuestra próxima reencarnación será mejor.
¿De qué depende nuestro karma?
Tampoco hay que confundirlo con la suerte porque este concepto también es algo arbitrario, no depende de nosotros y, aunque en ocasiones nos puede beneficiar, en otras puede ocurrir todo lo contrario y, como no tenemos la capacidad de influir en ella, no sirve para nuestra trayectoria vital. Es por ello que cuando hablamos de karma, debemos tener en cuenta una serie de factores que son importantes para qué esa energía interior sea lo más positiva posible. Por un lado tenemos que ser emocionalmente positivos. Nuestros pensamientos han de buscar lo mejor de nosotros mismos y también del ser humano.
Por otro lado, lo que decimos también tiene que ayudar a que esa energía sea positiva, con lo que le estamos dando importancia no solamente a lo que pensamos, sino también a lo que decimos y como lo decimos. Finalmente y sin que sea menos importante, nuestros actos, las acciones que realizamos, también tienen que ir encaminadas en buscar esa positividad, esa energía que haga brillar nuestro karma. Tenemos que ser conscientes de que cuando hablamos de este tipo de energías, estamos hablando de algo que no sólo tiene que ver con nosotros sino que se conecta con el resto de las personas, con el mundo. Es por ello que nuestra energía influye en los demás y viceversa.
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