Su brutal asesinato en el año 1997, en la localidad balnearia de Pinamar, conmovió a su gremio de la prensa y a toda la opinión pública argentina que se alarmó con justa razón al conocer cómo la mafia empresarial y policial se unieron para cercenar la libertad de acción de un reportero gráfico que osó tomarle una fotografía en la playa a Alfredo Yabrán, uno de los empresarios más poderosos de aquellos años.
Los destinos de Cabezas y Yabrán quedaron unidos para siempre aquel fatídico 25 de enero del año 1997 cuando el automóvil que el reportero usaba para cubrir la temporada estival fue encontrado calcinado, en una cava de General Madariaga, con él en su interior, con dos tiros en la cabeza, y las manos esposadas, en un claro mensaje mafioso
Luego de un sinfín de hipótesis y de la hecatombe política que significó dicho crimen tanto para las autoridades nacionales como para el gobierno bonaerense encabezado por el gobernador Eduardo Duhalde, la pesquisa judicial y policial determinaron que se trató de un asesinato por encargo del empresario Yabrán quien había sido retratado por el reportero gráfico caminando en la playa con su mujer y luego esa fotografía publicada en la revista Noticias donde Cabezas se desempeñaba.
El empresario postal había sido denunciado por el ex ministro de economía Domingo Cavallo de estar vinculado a causas de corrupción.
El jefe de la custodia de Yabrán, Gregorio Ríos, fue el organizador del plan asesino y para perpetrarlo reunió a un grupo de delincuentes, apodado como Los Horneros, y asimismo corrompió al jefe policial de Pinamar de aquellos años quien liberó la zona para que el crimen se cometiese
Con respecto a Yabrán, unos meses después del asesinato de Cabezas, en mayo de 1998, se suicidó de un escopetazo en una casa en Entre Ríos.
Si bien las pericias determinaron que el cuerpo hallado era de Yabrán, su rostro quedó desfigurado por el tiro, las especulaciones periodísticas y de la opinión pública no tardaron en aparecer respecto de la posibilidad que el empresario haya simulado su muerte para poder escaparle a la condena segura que le esperaba
Luego de un largo proceso judicial la justicia condenó al resto de los implicados, algunos con cadena perpetua, sin embargo, con el correr de los años fueron beneficiados con excarcelaciones y prisión domiciliaria, tal fue el caso de Ríos.
Tras estas decisiones, la familia de Cabezas, especialmente su madre y su hermana, cuestionaron públicamente los beneficios.
Al momento de su muerte, tenía 35 años, estaba casado, y tenía tres hijos, la más pequeña tenía tan solo 5 meses
Su familia quedó devastada, su padre murió de tristeza en 2010, y su madre que luchó muchísimo para lograr justicia junto a su otra hija Gladys, falleció en 2017.
Su crimen y su imagen se volvieron símbolos indiscutibles de la lucha por la libertad de expresión en la Argentina.