Se denomina iniquidad a la maldad y al desapego a las normas morales. El término tiene una fuerte raigambre religiosa, aunque también puede utilizarse secularmente. La iniquidad es una condición contraria a las aspiraciones últimas del ser humano y es desde esta perspectiva que suele ser analizada desde el ámbito moral. En efecto, toda consideración desde el punto de vista ético debe preguntarse qué es el bien y qué relación tiene el hombre con este concepto. Existen muchas variantes que han tratado de dar una respuesta a estos interrogantes, todas desde diferentes puntos de vista. Así, la iniquidad podría referirse como la imposibilidad o la incapacidad para alcanzar esta aspiración en el hombre, sea de la manera que sea.
Todas las acciones del hombre tienen como finalidad alcanzar algún grado de beneficio, algún tipo de circunstancia que mejore la existencia. Este tipo de circunstancia es posible de contrastarse empíricamente. Son muchas las elucubraciones que pueden realizarse en este sentido, pero basta decir que el hombre aspira al bien de modo innato, esto es se siente atraído por el en alguna manera, en la medida en que este significa satisfacción de necesidades profundas tanto propias como ajenas. Sobre este principio se han montado muchos sistemas éticos que buscan dar cuenta de esta realidad del ser humano y asimismo buscan dar una respuesta satisfactoria sus aspiraciones. Desde el punto de vista religioso, el bien al que el hombre aspira es un ser personal que las distintas denominaciones llaman Dios, independientemente de las diversas variantes que cada una manifieste.
Es común notar en todos los tiempos distintos eventos que se alejan del anhelo que la sociedad tiene en lo que respecta al bienestar común. En este sentido, los problemas de índole ético que día a día nos muestran asesinatos, robos, etc., son sin lugar a dudas los que más afectan nuestra sensibilidad. Estos son formas de iniquidad y siempre estarán presentes.
La iniquidad es un tipo de circunstancia que viene a frustrar esta consecución del bien al que el hombre aspira. Puede describirse desde muchas aristas, pero siempre guarda una relación con la imposibilidad de alcanzar esta aspiración última que guía las acciones de cada ser humano. Desde la tradición judeo-cristiana, esta circunstancia se arrastra desde los primeros padres, esto es, es un tipo de situación inevitable para el hombre considerando su mero esfuerzo para superarla. De ahí la importancia que se consigna en la salvación, la intervención de Dios mismo.