La idolatría es un tradición altamente desdeñada por muchas religiones, sobre todo las monoteístas, y que implica la adoración a figuras o elementos mágicos en reemplazo del respeto por las figuras religiosas. En términos generales, el término también puede usarse para hacer referencia a la adoración de cualquier tipo de símbolo o incluso persona: por ejemplo, un famoso, un objeto en señal de talismán, etc.
La idolatría fue penalizada desde tiempos muy antiguos tanto por el judaísmo como por el cristianismo
Cualquiera de las dos religiones mencionadas, entre otras, han sabido establecer pautas y reglas de comportamiento que permitían o impedían realizar determinados actos o hechos. Entre los hechos criticados y mal vistos podemos mencionar a la idolatría, es decir, el acto mediante el cual una persona o un conjunto de individuos en una comunidad comienzan a adorar a un símbolo específico y a otorgarle un valor mágico. Esto solía ocurrir en la Antigüedad con símbolos, objetos o animales a los cuales se les aplicaba características fantásticas, como por ejemplo el poder para resolver problemas, cumplir deseos o aplicar castigos.
Para el judaísmo o el cristianismo, las formas de idolatría mencionadas no respetan a las respectivas iglesias que son las que establecen las pautas de adoración a Dios y a cualquier otra figura importante. Es por eso que se ve como negativo la creación de ídolos populares, de la adoración de santos, de la invención de poderes mágicos en ciertos elementos u objetos, etc. La adoración de todos estos elementos puede llevarse al extremo cuando hablamos de iconoclasia, es decir, la destrucción de cualquier tipo de imagen o símbolo religioso no aceptado por la iglesia.
La necesidad de buscar explicaciones o soluciones a problemas de la vida cotidiana nos lleva a los seres humanos a creer en diferentes símbolos
No podemos negar que la vida humana, sus problemas y fenómenos hace que el ser humano busque por todos lo medios creer en posibles respuestas, explicaciones y soluciones a aquello que es inexplicable como el dolor, el sufrimiento o la muerte. Adorar a un ídolo (sea cual sea su forma) es una manera de convertirse en fanático y con ello no poder ver que nuestra energía se deposita allí como una única verdad o explicación posible.
En la actualidad es muy común observar fanatismos hacia personas, movimientos ideológicos, procesos y transformaciones sociales, promesas del fin del mundo y demás situaciones que nublan la visión de las personas y oscurecen su raciocinio.
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