La idea de identidad sexual hace referencia a la autopercepción de cada individuo con respecto a su sexualidad. La sexualidad humana parte de la diferenciación en dos géneros (masculino y femenino), lo cual no implica que haya una orientación sexual determinada, pues un hombre o una mujer pueden sentir atracción por personas del mismo sexo (homosexualidad) o tener deseo sexual por ambos sexos (bisexualidad).
El concepto de identidad sexual no debe confundirse con el de orientación sexual. La identidad sexual se refiere a la percepción de uno mismo como hombre o mujer, mientras que la orientación sexual se refiere a la atracción por uno u otro sexo.
Sexo biológico y sexo psicológico
Desde un punto de vista biológico en las primeras etapas embrionarias se pueden producir anomalías que determinan la dimensión biológica del sexo. Así, un individuo puede ser anatómicamente un hombre pero psicológicamente sentirse una mujer o ser una mujer biológicamente y tener una mente masculina. En otras palabras, la biología y la psicología no siempre van unidas en la cuestión sexual.
Distintas maneras de entender la identidad sexual en relación con el género
Según la visión tradicional de la identidad sexual cada sexo tiene unas inclinaciones sexuales que vienen determinadas por la biología de una forma invariable. Este criterio se ve reforzado por una concepción cultural convencional e implica que a cada sexo le corresponde un rol social establecido. Este modelo se basa en la total identificación entre sexo y género.
Otra manera de concebir la identidad sexual se fundamenta en la consideración de que las preferencias sexuales no dependen exclusivamente de la biología sino que también intervienen otros factores de tipo cultural. Esta visión tiene relación con la liberación de la mujer y con una mayor permisividad sexual en el conjunto de la sociedad. En este modelo hay una desvinculación entre el sexo y el género.
En un tercer planteamiento sobre la identidad sexual se afirma que la idea de género tiene tres posibilidades: masculino, femenino e indiferenciado (el género indiferenciado quedaría demostrado a través de la transexualidad y del hermafroditismo). En los casos de hermafroditismo es habitual que haya problemas de identidad sexual.
En un cuarto modelo se afirma que la identidad sexual de cada individuo va más allá de la cuestión de género, ya que los roles sexuales dependen de las circunstancias sociales y de la valoración ética y cultural de cada persona. Esto implica que en un contexto de libertad y tolerancia las personas pueden construir su propia identidad sexual de manera independiente de la cuestión de género.