Si bien el término género tiene diferentes acepciones dependiendo del contexto en el que se utilice, en su noción esencial, refiere a aquellos seres u objetos que comparten uno o varios rasgos comunes. Así, podemos hablar desde géneros literarios, es decir, novela, cuento o poesía, hasta géneros como una subcategoría de las especies que habitan en la tierra. En el presente texto nos referiremos a la acepción social del concepto, esto es, al conjunto de rasgos o características que diferencian a hombres y mujeres de acuerdo a los roles que les han sido asignados socialmente.
Origen feminista
De acuerdo con Estela Serret, en su texto Género y democracia, el concepto abordado surge a raíz de la publicación del libro de Simone de Beauvoir, El segundo sexo, publicado en 1949, en el cual la autora francesa afirma que la mujer es el resultado de la forma en la que cada una experimenta su propia vida, es decir, el ser mujer depende de un proceso histórico individual mismo que necesariamente estaría afectado por los constructos sociales que experimenta.
Serret sostiene que lo novedoso de la idea de Beauvoir radica en que se expone abiertamente que la subordinación de las mujeres hacia los hombres no depende de la biología, sino de la influencia de las estructuras sociales, esto es, que la condición de mujer es socialmente aprendida y depende de roles específicos que la sociedad ha establecido para ella. A raíz de la formulación de esta idea surge el interés por estudiar la misma; aparece el deseo por describir, explicar y dar sentido a las causas en las qué radica la discriminación hacia lo femenino y la subordinación histórica de las mujeres.
De acuerdo a Serret, en la segunda mitad del siglo XX, el interés por estas temáticas se expresa en la formulación del término género a fin de establecerlo como una diferenciación entre lo biológico y lo social, y el cual funge como punto de partida de una nueva reflexión feministas.
Remediando la desigualdad
Como se ha visto, los estudios de género surgieron con la pretensión de encontrar las causas de la diferenciación social entre hombres y mujeres. En la actualidad la disminución de este tipo de desigualdad ha cobrado una importancia e interés preponderante en las agendas públicas, a raíz de lo cual se han establecido distintas estrategias que buscan disminuir la brecha de desigualdad existente entre los distintos géneros, muchas de las cuales vienen como recomendaciones de los organismos internacionales.
Un ejemplo de esto es la llamada Estrategia para la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres (2018-2021), programa que surge de la oficina de las Naciones Unidas en Viena a fin de establecer algunas recomendaciones para reducir las desigualdades entre los hombres y las mujeres, además de proponer algunos lineamientos de evaluación para medir el avance de los países en cuanto a la reducción de desigualdad en razón de género.
Igualmente, en el quinto punto de los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), se incluye la consecución de la igualdad de género y la reducción de todas las formas de discriminación y violencia contra las mujeres y niñas. Dos de las metas fundamentales de este objetivo son que se garantice un acceso universal para las mujeres a sistemas de salud sexual y reproductiva, así como otorgar igualdad de derechos en lo que respecta al acceso a financiamiento y a recursos económicos.
Diferencia entre sexo, género e identidad
Sí bien se ha dicho que los estudios de género surgieron a fin de analizar las diferencias sociales entre hombres y mujeres, actualmente esa concepción se ha expandido como consecuencia del reconocimiento a otras identidades que van más allá de la noción de género desde una perspectiva binaria y de posturas heteronormadas. En este sentido, cabe señalar la diferenciación entre sexo, género e identidad
La idea sexo tiene que ver únicamente con lo biológico, mientras que la de género, con los roles sociales que se han construido históricamente. Por su parte, el concepto de identidad, muy estudiado recientemente, está vinculado con el cómo se identifica cada persona dentro del espectro masculino o femenino sin necesariamente posicionarse en alguno de los dos.